Se llamaba Norma, tenía 24 años, era reportera en Tamaulipas y se convirtió en la primera mujer periodista asesinada en México; actualmente los 7 disparos que recibió son un grito sordo que aún reclama justicia.
El 17 de julio de 1986, Norma Alicia Moreno Figueroa, jefa de información y columnista del periódico “El Popular”, fue asesinada en Matamoros, frente a su trabajo, junto a su director Ernesto Flores Torrijos, de 48 años de edad.
Norma buscaba caminos
“Buscando caminos” era el nombre de la columna que Norma tenía en el periódico “El Popular”, cuyas publicaciones están prácticamente desaparecidas pues en la hemeroteca de Matamoros, existen algunas ediciones de “El Popular” con hojas arrancadas.
Gustaba de escribir temas de denuncia en los que aplicaba un estilo nostálgico y crítico, como en la nota que EL SOL DE TAMPICO tiene copia y señala el abandono y despilfarro de recursos en la granja-reformatorio Roberto Guerra Cárdenas, donde responsabilizó al Municipio y al Estado de hacer un mal uso de los recursos.
“Una chica muy alegre, con la sonrisa a flor de labio, inquieta, llegaba ‘ey monos, ¿Cómo amanecieron monos?’, era muy hiperactiva, muy entusiasta. Tenía poco con su columna, Don Ernesto le dijo ‘todo lo que tú quieras escribir mientras seas cierto’”, dijo Virginia Castillo García, amiga de Norma.
“Ella misma decía, ‘me han ofrecido dinero, me han ofrecido carros, casas y no voy a aceptar, jamás voy a aceptar y si voy a morir, voy a morir en la raya, así me dijo”, recordó.
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Ernesto, el director
Ernesto Flores fue descrito como una persona amable que concentraba sus esfuerzos en el área de circulación del rotativo y que tras haber trabajado en Estados Unidos regresó con más recurso para abrir “El Popular” en Matamoros, que según su familia, llegó a tirar 5 mil ejemplares en el horario vespertino.
“No tenía vicio, no fumaba, no tomaba y le gustaba mucho hacer ejercicio... él decía ‘yo no tengo nada contra nadie, pero si hacen algo pues ahí les va la noticia porque yo tengo que cumplir”, precisó Nena, la hermana menor de Ernesto.
“Era mi amigo, él también era bien alegre, me decía, tú me quieres, ¿verdad? Era muy trabajador, se movía, él trabajaba en el departamento de circulación, sacó adelante a ‘El Popular’”, indicó Virginia.
Las amenazas
Un mes antes del homicidio, las calles cercanas a la casa de Norma fueron tapizadas de panfletos donde la acusaban de ser “una mala mujer”, además de ser lesbiana, Virginia declaró que la joven se encerró en su departamento por lo que le pedían que saliera de ahí y que continuara con su vida normal.
“’Me duele mucho que me hagan esto, yo lo que hago lo hago de frente y escribo con nombre, no me ando escondiendo’ es lo que me decía Norma”, apuntó.
Mientras que según la edición 13 de la Revista Vertical de Matamoros, publicada el 29 de enero de 1996, Nena la hermana de Ernesto, destacó que su hermano le había contado que había sido amenazado por integrantes del crimen organizado, por lo que incluso, el día de su muerte éste portaba un revólver calibre 38 que no alcanzó a utilizar.
El crimen
Eran las 07:10 de la mañana del jueves 17 de julio del 1986, hace 37 años, Norma y Ernesto iban llegando al periódico, descendían de la camioneta de él cuando, según lo relatan los periódicos EL BRAVO, LA OPINIÓN y EL SOL DE TAMPICO, dos hombres que fingían ser deportistas descubrieron sus metralletas para recibirlos a disparos, no huyeron sin darles el tiro de gracia.
Frente al periódico, sobre la calle Vizcaya de la colonia Bancaria, a pocos metros de un campo deportivo, quedaron los cuerpos; ella había recibido 7 impactos, él 17, la muerte fue inmediata. En el sitio fueron recogidos 15 cartuchos percutidos de calibre 45 y 9 milímetros.
Los periodistas enviaron telegramas al presidente, Miguel de la Madrid, exigiendo justicia; el gobernador de Tamaulipas, Emilio Martínez Manatou prometió atender el caso por lo que envió al procurador Felipe Flores, el jefe de la Policía Judicial Ricardo Zolezzi y al enviado especial Ramón Barrientos para resolver el multihomicidio.
“No tenemos nada de nada, hemos estado trabajando arduamente pero no hemos podido pescar ninguna pista y las personas que pudieran orientarnos no han querido venir a declarar”, reconoció el director de la policía judicial del Estado, Jesús Pérez Güémez a pocos días de los hechos.
37 años impunes
Aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 52/1991 por el homicidio, no se identificó a los autores materiales, aunque hay voces que aseguran que los pistoleros murieron meses después, mucho menos se supo quién fue el responsable intelectual.
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Los restos incinerados de los periodistas fueron sepultados en el panteón de Los Tomates. A 37 años de distancia, en la lápida no está el nombre de ella, tampoco hay cruces afuera del edificio abandonado que antes fue el vespertino “El Popular”.
“Mi hija no era mala... Yo sé que la carrera de periodista significa un riesgo, viven en constante peligro, sobre todo aquellos que abordan con dureza franca y abierta los temas. El periodista es un apóstol, mi hija fue un apóstol”, declaró a la revista Siempre, Margarita, madre de Norma, la primera mujer periodista asesinada en México, que jamás recibió justicia.