/ lunes 18 de febrero de 2019

La importancia de las organizaciones de la sociedad civil

*Mtro. Luis Raúl González Pérez


El fortalecimiento y subsistencia de nuestras instituciones democráticas está ineludiblemente vinculado a la existencia de la sociedad civil organizada, que a través de los años ha sido, en buena medida, motor y artífice de los grandes cambios que nuestro país ha tenido. Ya sea que hablemos de la alternancia en el poder, de la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos, de la reivindicación de los derechos de los grupos en condición de vulnerabilidad, de la defensa de nuestros recursos naturales o de la protección del medio ambiente, tan sólo por citar algunos casos, es claro que no podríamos entender ni explicar el estado actual de cosas, sin considerar la relevante tarea que las y los luchadores sociales, los colectivos y las organizaciones civiles han tenido.

Frente al miedo, la resignación, la indiferencia o la falta de vías claras para buscar solución a las necesidades y retos de nuestro país, así como para plantear inconformidades y demandas sociales, su responsabilidad y compromiso con las causas que procuran, históricamente ha abierto puertas y señalado rutas para el reconocimiento y atención de los problemas, al igual que para la búsqueda de soluciones. La sociedad civil organizada, con su ejemplo, ha contribuido y contribuye a iluminar la conciencia pública de los mexicanos y a reforzar la idea de que para generar las condiciones que todos deseamos para nuestro país es necesario que tomemos la decisión de actuar para ello y aportemos lo que esté a nuestro alcance para tal efecto.

Ser parte de la sociedad civil organizada no es una tarea sencilla. Implica un ejercicio de coherencia y responsabilidad, así como un reto que se debe asumir día con día. En primer término, en tanto que constituyen la instancia que, advirtiendo las problemáticas de la sociedad, debe recoger la voz de la misma, integrar su pluralidad en cuestiones concretas y transmitir ese producto a la escena política y al entorno público. Esta tarea, lleva implícito el entrar en contacto con las autoridades y estructuras del poder para, con frecuencia, decir lo que no siempre están dispuestas a escuchar. Implica valorar, criticar, pero también proponer y dar seguimiento a esas propuestas. En el fondo, impera la voluntad de hacer una sociedad mejor, de lograr la incidencia de intereses comunes para emprender acciones que produzcan un beneficio general.

El señalar problemas, evidenciar necesidades o solicitar atención a demandas y reclamos sociales, no significa oponerse a la aplicación de la ley, pretender debilitar a las autoridades u obstaculizar programas o acciones de gobierno. Por el contrario, las voces que desde la sociedad civil se levantan, enriquecen el debate público, ayudan al equilibrio entre autoridades y poderes, fortaleciendo la institucionalidad democrática. La pluralidad, la tolerancia, el conocimiento verdadero, la libertad y la democracia sólo son posibles donde existe una sociedad civil organizada, por lo que es claro que la tarea que llevan a cabo es digna del mayor reconocimiento y debe ser apoyada, en particular, por lo que hace al ámbito de la promoción y defensa de los derechos humanos.

En tiempos donde parecería que la verdad se construye y determina a partir del discurso, los postulados y acciones de las organizaciones de la sociedad civil nos enfatizan la necesidad de observar la integralidad de los problemas y retomar para su atención el valor de los hechos y del análisis de información objetiva. La seguridad e integridad de las personas, el abatimiento de la violencia y el combate a la impunidad, son materias en las que las declaraciones políticas o ideológicas deberían sustituirse por el debate público, plural e informado, que partiendo de los conocimientos especializados y la evidencia empírica, sirva para construir las políticas que nuestro país demanda. Cualquier cambio que México emprenda será más efectivo y viable si autoridades y sociedad caminamos de la mano. La polarización y la división no benefician a nadie.


*Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)

*Mtro. Luis Raúl González Pérez


El fortalecimiento y subsistencia de nuestras instituciones democráticas está ineludiblemente vinculado a la existencia de la sociedad civil organizada, que a través de los años ha sido, en buena medida, motor y artífice de los grandes cambios que nuestro país ha tenido. Ya sea que hablemos de la alternancia en el poder, de la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos, de la reivindicación de los derechos de los grupos en condición de vulnerabilidad, de la defensa de nuestros recursos naturales o de la protección del medio ambiente, tan sólo por citar algunos casos, es claro que no podríamos entender ni explicar el estado actual de cosas, sin considerar la relevante tarea que las y los luchadores sociales, los colectivos y las organizaciones civiles han tenido.

Frente al miedo, la resignación, la indiferencia o la falta de vías claras para buscar solución a las necesidades y retos de nuestro país, así como para plantear inconformidades y demandas sociales, su responsabilidad y compromiso con las causas que procuran, históricamente ha abierto puertas y señalado rutas para el reconocimiento y atención de los problemas, al igual que para la búsqueda de soluciones. La sociedad civil organizada, con su ejemplo, ha contribuido y contribuye a iluminar la conciencia pública de los mexicanos y a reforzar la idea de que para generar las condiciones que todos deseamos para nuestro país es necesario que tomemos la decisión de actuar para ello y aportemos lo que esté a nuestro alcance para tal efecto.

Ser parte de la sociedad civil organizada no es una tarea sencilla. Implica un ejercicio de coherencia y responsabilidad, así como un reto que se debe asumir día con día. En primer término, en tanto que constituyen la instancia que, advirtiendo las problemáticas de la sociedad, debe recoger la voz de la misma, integrar su pluralidad en cuestiones concretas y transmitir ese producto a la escena política y al entorno público. Esta tarea, lleva implícito el entrar en contacto con las autoridades y estructuras del poder para, con frecuencia, decir lo que no siempre están dispuestas a escuchar. Implica valorar, criticar, pero también proponer y dar seguimiento a esas propuestas. En el fondo, impera la voluntad de hacer una sociedad mejor, de lograr la incidencia de intereses comunes para emprender acciones que produzcan un beneficio general.

El señalar problemas, evidenciar necesidades o solicitar atención a demandas y reclamos sociales, no significa oponerse a la aplicación de la ley, pretender debilitar a las autoridades u obstaculizar programas o acciones de gobierno. Por el contrario, las voces que desde la sociedad civil se levantan, enriquecen el debate público, ayudan al equilibrio entre autoridades y poderes, fortaleciendo la institucionalidad democrática. La pluralidad, la tolerancia, el conocimiento verdadero, la libertad y la democracia sólo son posibles donde existe una sociedad civil organizada, por lo que es claro que la tarea que llevan a cabo es digna del mayor reconocimiento y debe ser apoyada, en particular, por lo que hace al ámbito de la promoción y defensa de los derechos humanos.

En tiempos donde parecería que la verdad se construye y determina a partir del discurso, los postulados y acciones de las organizaciones de la sociedad civil nos enfatizan la necesidad de observar la integralidad de los problemas y retomar para su atención el valor de los hechos y del análisis de información objetiva. La seguridad e integridad de las personas, el abatimiento de la violencia y el combate a la impunidad, son materias en las que las declaraciones políticas o ideológicas deberían sustituirse por el debate público, plural e informado, que partiendo de los conocimientos especializados y la evidencia empírica, sirva para construir las políticas que nuestro país demanda. Cualquier cambio que México emprenda será más efectivo y viable si autoridades y sociedad caminamos de la mano. La polarización y la división no benefician a nadie.


*Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)

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