Los pasajeros que abordaron aquel 23 de junio de 1993 el tren hacia San Luis Potosí desde Tampico no sabían que era la última vez que hacían el recorrido. El cierre de este servicio no solo acabó con un medio de transporte, también con la vida cotidiana de varias regiones, pues en las estaciones intermedias se quedaron los sueños y esperanza de muchas familias.
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La Estación Tampico se edificó sobre la línea Chicalote-Tampico y la barra del antiguo Ferrocarril Central Mexicano fue inaugurada el 15 de abril de 1890. En junio de 1901 la empresa también adquirió el control del Ferrocarril de Monterrey y del Golfo Mexicano, el cual unió la ciudad de Monterrey con Tampico, quedando el puerto totalmente conectado por las vías férreas, lo que contribuyó a su desarrollo económico sin igual en los próximos 40 años.
El 16 de abril de 1890, a las 21:45 horas, fue inaugurada la vía férrea Tampico-San Luis Potosí, A las 5:00 horas del día 17 la comitiva llegó a Cárdenas, pasando a mediodía por la Estación de Valles; de ahí continuaron su camino y llegaron a las 17:00 horas al puerto de Tampico, donde se celebró ese acontecimiento con grandes festejos, iniciaba una nueva época que cambiaría el rostro de la ciudad, incluso haría nacer a otra comunidad: Ciudad Madero.
"La línea de pasajeros que había en la Estación Tampico, tenía tres corridas diarias de pasajeros y en temporada vacacional había una nocturna que era de Tampico a Monterrey, era una gran afluencia de personas, pues en un coche de tren cabían cómodamente sentados 82 pasajeros y la mayor parte iba aglomerada en los tres vagones que formaban el tren, sobre todo la que corría para San Luis".
Recuerda Ramón Ontiveros Villegas, secretario de Organización, Educación y Estadística del Sindicato Ferrocarrilero Sección número 6 de Ciudad Madero, quién afirma que en las estaciones intermedias que iban hacia Monterrey estaba una que se detenía en Árbol Grande, otra en Madero, una que se llamaba Miramar, una más en la zona norte que se ubicaba en donde ahora es Germinal y luego otras más en Altamira.
Añade que las estaciones, así como toda la algarabía que se presentaba alrededor de ellas, desaparecieron del sistema ferroviario con la venta de ferrocarriles nacionales, quedando ahora solamente patios y zonas de maniobras al ser destinado solo para el almacenamiento de carros vacíos, al ser un servicio de carga los que se prestan actualmente.
Por separado, Juan Manuel Méndez Ibarra, mayordomo de patio, comentó que "la pérdida de esas estaciones también trajo la reducción del personal, por ejemplo, quienes trabajaban en el Correo Mexicano, los que se tenían un cargo a bordo, como el agente de publicaciones, el boletero y el garrotero, aparte el jefe de estación y con el retiro del tren pasajeros esos puestos ya no se han recuperaron".
Nosotros estamos en la mejor disposición de trabajar en todos los servicios que ofrezca el ferrocarril, añade Ramón Ontiveros, “por medio de nuestro líder, Víctor Flores, seguiremos apoyando a la empresa, a nuestro gobierno y sacando nuestro trabajo adelante, pues los ferrocarrileros han sido una punta lanza en la modernización del país y en regiones como esta del golfo de México”.
El ferrocarril se fue llevándose muchas ilusiones, quienes esperaron nuevamente en la estación y ya no lo vieron regresar tienen aún la esperanza que un día vuelva por esas cansadas vías, con el traqueteo de la máquina, los gritos de los vendedores, el bullicio de la estación y aquella voz firme de viejo garrotero llamando: pasajeros al tren... pasajeros al tren.