Solamente una guerra, dos ciclones y ahora una pandemia han obligado a cerrar las puertas a la peregrinación de la fe en uno de los recintos con más antigüedad en la adoración de la Virgen de Guadalupe en Tampico; templo, en un principio de madera, que fue traído rodando sobre pilotes hasta el lugar que hoy ocupa en la colonia Guadalupe Victoria.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
La iglesia de la Virgen de Guadalupe en “el Golfo” inició con la advocación a la morenita del Tepeyac en 1924, hace ya 96 años, fe que llegó junto a los trabajadores que dejó la construcción de la vía del ferrocarril, en este barrio que se ubica a un costado del río Pánuco, devoción que se ha cultivado y mantenido a través de 11 párrocos.
Te puede interesar: [Video] ¡Todos a bordo! El taxi de Santa llega a Tampico
El terreno, en la calle Benito Juárez, frente a la plaza 1 de Mayo en este antiguo sector en el límite oriente de Tampico, al igual que la capilla de madera fueron donados por una familia, teniendo que instalar la primera construcción sobre soportes y a partir de la década de 1970 se inició la transformación del templo hasta como se conoce hoy.
“Fue de 1926 a 1929, tres años de la guerra Cristera en México, cuando por primera vez se suspendieron las celebraciones, teniendo que resguardarse los ornamentos de la capilla; en 1933 un ciclón tumbó la torre de madera del templo y luego, en 1955, el ciclón Hilda pegó muy fuerte a la construcción y no hubo por un tiempo las celebraciones”.
Recuerda el sacerdote Manuel Artemio Garza García, quien ha estado por 13 años en este santuario, donde las celebraciones guadalupanas anteriores han llegado a tener hasta 30 peregrinaciones de distintas partes de la ciudad y de variados grupos católicos, además de danzantes y miles de fieles cada 12 de diciembre.
“El evangelio de San Lucas que se lee el 12 de diciembre es muy bonito, porque habla de cómo la Virgen María sale de su casa en Nazaret y se dirige a las afueras de Jerusalén a visitar a su prima Isabel que estaba embarazada de quien va a ser Juan el Bautista y esa visita es muy interesante y viene muy oportuna en un momento como este, pues este año la Virgen María va a tu casa”, comenta.
Y en medio de la tristeza de esta distinta celebración, añade, “es una oportunidad de celebrar en el hogar, con la familia y los cercanos esta íntima relación del pueblo de Dios, católico con la Virgen de Guadalupe. La madre y los hijos ya que muchas familias tienen una imagen de la guadalupana y es un momento para unirse en oración por los enfermos y por el fin de la pandemia”.
Ojalá que la ciencia, dice el párroco, “y nosotros mismos en nuestra experiencia logremos mejorar nuestras condiciones de convivencia, respeto, tolerancia, de paciencia y del reconocimiento del otro, pues es el mensaje guadalupano de siempre”.
El santuario de Nuestra Señora de Guadalupe recibió este año una veneración distinta, pero incluso en medio de una pandemia que sorprendió a todos, mantiene la fe como epicentro de la unidad, la alegría y la esperanza.