La anécdota cuenta que cuando Porfirio Díaz ofreció a Weetman Pearson construir su refinería del lado tamaulipeco del Pánuco, el magnate inglés se ofendió por ser esas tierras un pantano.
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Sin embargo, el entonces presidente le pidió reconsiderar la oferta, pues el trazo de la vía del tren le favorecería, ahorrándole miles de pesos en traslados y logística de sus refinados. Fue entonces cuando el constructor británico se hizo de todos los terrenos que iban de la margen del río hasta la playa.
Eran los primeros años de siglo XX y el auge petrolero iba poco a poco detonado en país, siendo la zona del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz donde se empezaron a construir refinerías por contar con la salida al mar y estar cerca de grandes yacimientos, por lo que Weetman Pearson invirtió en plena revolución miles de dólares en la construcción de un complejo a pocos kilómetros de Tampico con su Compañía Mexicana de Petróleo El Águila.
La procesadora instalada en los que fueron los suburbios de Tampico, inició sus operaciones en junio 1914, un mes después iniciaría la Primera Guerra Mundial y los contactos del constructor inglés le permitirán vender sus productos en gran escala a nivel global, con un impacto importante para la zona, generando un cambio drástico en la vida y el territorio de esta parte del país.
La Compañía Mexicana de Petróleo El Águila y la Mexican Petroleum Company dominaron la industria petrolera durante el primer cuarto del siglo XX en México, la primera se ubicó del lado tamaulipeco y la segunda en Mataredonda, Veracruz. Colocando tanques de almacenamiento, comprando buques y transformando la zona hasta crear poblaciones enteras alrededor de sus industrias.
El Águila comenzó con una producción diaria de casi ocho mil barriles. Para manejar la producción de los campos y del comercio internacional, Pearson ordenó la compra de 19 vapores tanque y para 1919 ya refinaba 18.7 millones de barriles, de los cuales 62% se destinaron a la exportación. De la misma manera, entre 1914 y 1919, las utilidades netas pasaron de cinco a más de 29 millones de pesos oro.
Con el decreto de 1938, la refinería pasó a ser operada por el gobierno de México. "Quienes hicieron la expropiación petrolera fueron los trabajadores porque ellos con su arrojo, su valentía y su nacionalismo, pero sobre todo con su ingenio, echaron a andar una vez más instalaciones que las compañías extranjeras habían desmantelado, incluso existe la versión de que dijeron que ellos volverían, situación que no se dio gracias al gran esfuerzo de quienes sacaron adelante a la industria".
Comenta Juan José García Rodríguez, exsecretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que ha estudiado sobre esta industria y cuenta con un acervo importante del proceso petrolero en la zona, "los dueños de la industria era todos extranjeros y hacia 1921 Serapio Venegas con la compañía Shell logra firmar el primer contrato colectivo y se realiza en Ciudad Madero, apoyado por otros trabajadores de otros gremios, que ya de algún modo ya se habían agrupado”.
"Una de las primeras acciones del presidente Lázaro Cárdenas encaminadas a la expropiación fue la de promover la unión de todos los trabajadores y fue así que el 15 de agosto de 1935 nace el STPRM, no fue fácil tampoco porque había muchas ramas divididas en distintas compañías, pero el general Cárdenas del Río logró reunir a todos y se obtuvo el objetivo", añade.
La Expropiación Petrolera fue el impulso a la vida moderna de nuestro país, afirma, "poco a poco se fueron integrando los técnicos nacionales e incluso hasta llegar actualmente la incorporación de la mujer no solo en los ámbitos administrativo sino en diversas áreas operativas y hay que hacerles un reconocimiento a las compañeras que operan los equipos actualmente no solo en refinerías sino en buques y plataformas demostrando mucha capacidad y responsabilidad".
El Águila se convirtió en la refinería Francisco I. Madero, una de las seis procesadoras del sistema de refinación de petróleo de México, contando con una extensión de 544 hectáreas, operando en su momento 22 plantas procesadoras y una actividad de producción de 190 mil millones de barriles diarios, generó en la zona un corredor industrial y actividad comercial sin precedentes.
En septiembre de 2017, a 103 años de su arranque, para sus actividades para la última de sus tres reconfiguraciones, volviendo a operar en este 2021 solo al 47 % de su capacidad.
Hoy los trabajadores petroleros tienen nuevos retos, expresa García Rodríguez, deben seguir trabajando con ese orgullo por sacar adelante a esta industria que continúa siendo un referente en México y con la visión que siempre han tenido para impulsar el desarrollo con sus aportaciones, la historia del petróleo no ha terminado se escribe todos los días en el esfuerzo y labor de todos quienes contribuyen desde su espacio y labor.
Desde la llegada del petróleo a la región el cambio ha sido continuo, la industria no solo marcó a la zona en sus áreas físicas con impacto en sus paisajes urbanos, también en la cultura que trajeron las compañías que aprovecharon sus reservas y que han dejado en las entrañas de la sociedad una vocación de prosperidad, que empezó con las luchas que aquellos hombres enfrentaron a partir de esa fecha que partió en dos la historia del país.