Con Plaza Palmas, el primer centro comercial al aire libre en Tamaulipas, nació la zona dorada de Tampico, cuando apenas afloraban los años 80.
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La visión del empresario tampiqueño Eduardo Appedole Mokarzel hizo realidad la construcción del área mercantil donde convivían equilibradamente las tiendas más atractivas y glamorosas de esa época, con las distintas expresiones artísticas y culturales de la ciudad.
Fue así como en el año 1978 se colocó la primera piedra en el triángulo que conforman las avenidas Hidalgo, Agua Dulce y calle Paul P. Harris. Los 162 locales comerciales, 160 cajones de estacionamiento, seis accesos peatonales y plazoletas interiores serían inaugurados pomposamente tres años después.
José Luis Celestino Uresti, del Colegio de Ingenieros Civiles de Tamaulipas e inquilino del lugar, da cuenta del auge económico que por más de una década acumuló Plaza Palmas, convirtiéndose en inspiración del crecimiento comercial y de servicios financieros en ese punto donde comienza la zona norte de Tampico.
Fue todo un éxito desde el primer momento. Era el lugar preferido de las familias locales y de la región, durante los fines de semana se convertía en el punto obligado para la diversión de chicos y grandes al reunir artistas que hacían gala de su talento en el arte y la cultura.
La plaza al aire libre inspirada en modelos de Guadalajara o de Polanco en la Ciudad de México reunía todos los giros comerciales con artículos de moda en ropa, calzado, joyería, perfumería, fotografía, música, muebles, decoración, gastronomía y hasta salas de cine.
En su esquina de avenida Hidalgo, que hoy ocupa Arteli Palmas, funcionó por muchos años la tienda Blanco, de las primeras cadenas de autoservicio en el sur de Tamaulipas, aumentando el atractivo del lugar.
BONANZA EN DECLIVE
El centro comercial era regido bajo la Ley de Condominios, vigente en Tamaulipas, contaba con una mesa directiva y de administración que funcionaba correctamente al hacer autosuficiente el suministro de servicios como alumbrado público, limpieza y seguridad con las aportaciones de los dueños de los locales.
Pero, nada es eterno. La bonanza duro alrededor de doce años y con la llegada de la tienda Liverpool y la competencia de la plaza Tres Arcos, que ofrecían instalaciones climatizadas, el declive comenzó sin que nadie pudiera detenerlo.
Otro factor en contra fue el insuficiente estacionamiento y aunque el dueño del proyecto y constructor prometió utilizar el terreno adjunto para ampliar la disponibilidad, al final decidió edificar la discoteca Byblos, quedando sin resolver esa necesidad, expone Celestino Uresti, quien incursionó como empresario con las tiendas Fotomat y Sonido 13, especializada en discos de música de rock.
Su ubicación estratégica en la avenida Hidalgo no ha impedido que, en el presente, la otrora boyante plaza comercial permanezca abrazada por el deterioro, abandono e inseguridad. Al menos 65% de los comercios fueron cerrados y el resto está ocupado por oficinas gubernamentales, privadas, consultorios médicos y una tienda de superservicio.
Pero aún quedan negocios pioneros que se niegan a abandonarlo, como la pastelería Pepis, la cual en diciembre próximo cumplirá 40 años de saborear la bonanza y sortear la decadencia.
Josefina Arias de Gorordo, empresaria reconocida en la industria gastronómica, lamenta el detrimento que no se detiene por la propia abulia de los propietarios y el desdén oficial, a pesar de la propuesta planteada una y otra vez a las distintas administraciones.
El otrora ícono de la ciudad permanece agónico, pero no muerto y considera suficiente la aplicación de la Ley de Condominio y obligar a los propietarios a invertir en el rescate del lugar, reordenarse y reintegrar un patronato responsable de dotarlo de servicios esenciales para sacarlo del olvido.
Desde su óptica no se requieren inversiones millonarias, pero sí sería esencial la participación del gobierno municipal y del estado para restauración y aprovechamiento del potencial económico del centro comercial, agregando a esta región espacios dignos para manifestaciones artísticas y culturales.
Además de la pastelería Pepis, quedan algunos cuantos negocios originales como las papelerías Tony y Niza, que se han resistido a abandonar la zona rodeada de instituciones financieras, empresas de servicios y cadenas de tiendas de corte nacional.
NEGOCIOS JÓVENES
El empresario Javier Sierra Cabada abrió hace cuatro años Trasgu, un pequeño restaurante de comida española en la prolongación Agua Dulce. Es de los negocios más jóvenes en el centro comercial.
Lamenta las dificultades cotidianas y graves que van desde las deficiencias en el suministro de agua, el colapso frecuente de la red drenaje o la suspensión en época lluviosa de energía eléctrica porque los transformadores son subterráneos y falta de mantenimiento que corresponde a los inquilinos, sin embargo, no mengua su interés de aprovechar el punto toral que tiene en el puerto.
A pesar de los aprietos que afronta, la zona comercial es un lugar tranquilo, la actividad delictiva es esporádica, los precios de alquileres son accesibles y solo bastaría un poco de voluntad para aprovechar el potencial económico que aún ofrece y con el que la ciudad ganaría mucho al reutilizarlo como centro comercial y cultural.
DATOS
- Tiene una extensión de 20 mil 699 metros cuadrados.
- En 1991 comenzó su decadencia.
- Más de 100 locales permanecen sin uso.