No todo lo generado por la pandemia de coronavirus es malo, ya que con estas semanas de aislamiento social y el retiro de la actividad humana de diversos espacios públicos, naturales y turísticos, la propia madre naturaleza se ha expresado.
Al igual que la fauna y flora que ha reclamado sus espacios, la quietud y el silencio han dejado que la Tierra se exprese con sonidos que anteriormente eran inaudibles, acallados por la vorágine y el traqueteo citadino.
Basta con pararse en la avenida Miguel Hidalgo en las horas pico y notar que el flujo vehicular es considerablemente menor, o simplemente acercarse a la ventana y dejarse inundar por el trinar de los pájaros e incluso del silbar del viento.
Esto obedece a una considerable “reducción del ruido antropogénico, es decir, las vibraciones que produce la actividad cotidiana de los seres humanos”, informó el Servicio Sismológico Nacional (SSN), adscrito al Instituto de Geofísica (IGf) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Todo ha ido de la mano, la reducción del sonido, de la luz, la baja actividad empresarial y humana, eso le ha dado un respiro a nuestro ecosistema”, dijo el presidente de la Asociación Mediadora para el Bienestar Inteligente, Ecológico y Normado de Tampico, Altamira y Cd. Madero (Ambientam), Miguel Ángel Verástegui Cavazos.
La reducción del escándalo generado por el hombre es considerado, según el informe del SSN, “invaluable para los estudiosos de la geofísica, por la calidad de la información que cotidianamente recaban para analizar el comportamiento del planeta: la disminución de ruido permite, por ejemplo, a quienes analizan datos de las estaciones sismológicas, hacerlo en condiciones excepcionalmente buenas”.
En las grandes urbes como Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y Querétaro la reducción es sumamente notoria, pero ciudades de tamaño medio como la nuestra también pueden notar una mejora sustancial con mucho menos ruido.
El flujo vehicular descendió en la zona por lo menos 35%, lo que en fines de semana puede llegar hasta 60%.
EL RUIDO GENERADO POR EL HOMBRE
El ruido antropogénico ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas, sobre todo en las ciudades, como resultado del crecimiento de la población, la urbanización, la globalización de las redes de transporte y la expansión de las extracciones de recursos.
Se mide con sensores llamados sismómetros, los mismos que se utilizan para registrar la actividad sísmica, y que se ubican en todo el mundo.
En México, los datos de estas mediciones se concentran en el SSN y en otras redes de monitoreo sísmico que opera la Universidad Nacional, y son analizados por sismólogos de diversos centros e institutos de esta casa de estudios.
Se ha detectado que a partir de la contingencia sanitaria por el coronavirus “los niveles de ruido antropogénico en el Valle de México y otras ciudades como Querétaro han disminuido gradualmente, sobre todo la última semana”, afirma el Servicio Sismológico.
AGUA, AIRE y TIERRA RESPIRAN
Además de las ondas sonoras en la región, la calidad del agua de canales y lagunas, así como del aire es considerablemente mejor debido a una baja considerable en las actividades ordinarias, que si bien es cierto ha afectado la productividad del mundo, también ha mejorado su condición ambiental.
“Por ejemplo, en el Canal de la Cortadura nos dimos cuenta de un mejoramiento en la calidad del agua, es mucho más transparente, eso se debe a que hay empresas a lo largo del canal que descargan residuos, y ahora que es menor la actividad se dan esos resultados de un mejor ecosistema”, dijo el ambientalista.
La medida dictada por las autoridades sanitarias de #QuédateEnCasa sin duda nos dará resultados para contener al Covid-19, pero también para mejorar nuestro entorno.
Si para los humanos el coronavirus representa una amenaza latente a la salud, para el planeta sin duda se ha convertido en un respiro, al reducirse la actividad de su mayor enfermedad: la falta de conciencia humana.