El destino acciona de maneras misteriosas, en los andares de la cámara de Usual hemos sido nosotros quienes nos acercamos a las personas, pero en esta ocasión fue diferente. Con su canto y llamado, un personaje que lleva recorriendo las calles del sur de Tamaulipas se cruzó en nuestro camino cargando un tambo lleno de petróleo.
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“Vendo petróleooooo” escuchamos a lo lejos, se acercaba uno de los iconos característicos de las calles de la zona que ha recorrido por más de 30 años ofreciendo su petróleo casa por casa y que se ha ganado el cariño y reconocimiento de la gente.
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Víctor Manuel Cisneros Zúñiga recorre las colonias de este puerto siendo fácil de identificar su cantar por todos los que alguna vez lo han escuchado tocar a su puerta ofreciendo su petróleo, creolina y otros productos como bolsas para la basura.
“Yo cuando tenía 20 años me metí a trabajar en un taller de vidriería, se terminó mi ciclo y me quería salir como emprendedor. Mi idea era, en un principio, era yo traer mis vidrios y estar poniéndolos”, comentó de manera anecdótica como en él surgió el espíritu por crear lo suyo y hacerse cargo de sí mismo.
Armado con su diablito, su tambo de petróleo y su overol naranja es imposible ignorar su andar al destellar, no solo por su canto sino por la alegría que transmite al ofrecer su producto, recordó cómo fue su inicio a formar parte de la historia de la zona.
“Empezaron a malbaratar el trabajo de los vidrios, le pregunté por una sugerencia a un vecino de qué podía vender y me dijo: vende petróleo casi nadie vende. Pero yo veía que lo ofrecían en camionetas y yo quería hacer algo diferente, yo tengo que imponer mi marca”, expresó.
Fue así como daría el primer paso como vendedor de petróleo, pero esto no fue tarea sencilla, imponer su marca le costaría largas distancias al día y horas ante el intenso calor. Además, claro, no podíamos detenernos a preguntarle “¿Para qué le compraban petróleo?”.
“Me compraban en su mayoría las amas de casa, en ese tiempo lo querían para quemar la basura, para prender carbón, con el tiempo la misma gente me decía que lo utilizaba para otras cosas, para el cochambre, por ejemplo; para trapear o para las cucarachas”, explicó.
El andariego oriundo del puerto de Tampico nos platicó que durante más de 20 años ha recorrido entre 20 a 15 km diarios caminando distancias desde Tancol hasta cruzar el puente de Tampico y llegar al norte de Veracruz.
Es innegable que don Víctor ya es un icono al cual los ciudadanos identificamos como parte de nuestra zona y compartió con USUAL qué le ha dejado este oficio.
“Las cosas se fueron dando, este negocio por insignificante que parezca me ha dado muchas satisfacciones. Puedo decirte que no tengo mucho dinero, pero a mí la gente me saluda en la calle y tengo muchas amistades, un muchacho como de 30 años que me ayudó un día con un garrafón me dijo: yo te conocí desde que estaba en secundaria y ya vendías petróleo. Son cosas que a mí me llenan.
De igual manera los tampiqueños, maderenses y altamirenses han reconocido su labor ofreciéndole desde overoles y zapatos que el mismo Víctor agradece siempre y que prefiere sea de esa manera, ya que no busca que le regalen dinero.
Como ya dijimos, la alegría que desprende el tampiqueño es maravillosa y lo cuestionamos porque ha durado tanto realizando este oficio a lo que respondió: “soy libre y me gusta caminar, me fascina caminar; que soy el único y que hay mucha gente que me tiene cariño”.
Concluyó diciendo a la cámara de Usual que se siente plenamente agradecido con la población que lo saluda y apapacha como uno de los iconos extraordinariamente cotidianos de la zona.