Ofrenda, culto, devoción y fe es lo que entregan en cada paso. Al ritmo del tambor y de los cascabeles, niños, hombres y mujeres siguen los rezos en la peregrinación a la virgen; son los danzantes. Que nos recuerdan desde 1870, que el fervor también es baile, alegría y bellos vestuarios.
La tradición inició hace 151 años
Fue en Tlatelolco, en la ciudad de México, de acuerdo al archivo general de la nación, donde por primera vez los frailes franciscanos organizaron una peregrinación, salieron y pasaron por varios pueblos con destino a Santiago de Querétaro y en esta misma etapa que se dio la primera aparición de la Virgen de Guadalupe en México, integrando la danza a estos actos.
Será hasta 1870, hace 151 años, que se crea una organización establecida entre los danzantes y empezaron a generar toda una tradición hasta nuestros tiempos, solo interrumpida 12 años por la revolución y después 6 años por la guerra Cristera, cuando se cerraron todos los templos; reiniciando en 1931, cuando se cumplían 400 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe.
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En la zona, una de las agrupaciones más antiguas es la Danza Indígena de la Virgen de Guadalupe de la Colonia Morelos, que cumple en este 2021 ya 50 años de tradición, participando cada año en diversos eventos, desde los locales a diversos santos, hasta bailando en templos tan importantes como la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México y la de San Juan de los Lagos, en Jalisco.
“El grupo lo empezamos cuando heredamos un estandarte de una personas que tenía un grupo y falleció; fuimos consiguiendo un tamborcito, telas, luego invité a mis amiguitos de aquí de la colonia, para que fueran danzantes de la virgen y un 12 de diciembre de 1971 hicimos nuestra primera presentación en la iglesia de Guadalupe de la Morelos” recordó Francisca Rodríguez Hernández
EL VESTUARIO SE HACÍA CON ELEMENTOS NATURALES
La fundadora recordó que junto con su madre, la señora Petra Hernández, impulsaron esta actividad cuando los danzantes tenían que conseguir desde el cuero para los tambores, hasta las plumas, que recogían en los rastros y el carrizo, que era conseguido en las orillas de los ríos.
“Tenemos mucho tiempo acudiendo a la basílica de Guadalupe, empezamos a hacer viajes a San Juan de los Lagos, peregrinando cinco días, desde la ciudad de San Luis Potosí, también al santuario de “El Chorrito”, en el municipio de Hidalgo, Tamaulipas acudimos cada año e incluso soy la representante de Tampico en ese templo”, señala.
“Tengo tradiciones de personas que tienen más de 40 años invitándonos a eventos, porque poco a poco nos fuimos dando a conocer y gracias a que nuestros atuendos tratan de ser lo más pegado a las tradiciones igual que nuestros bailes, fuimos ganando espacio entre los danzantes”, afirma.
Existe una asociación que agrupa a los danzantes
La señora Francisca Rodríguez, es la actual presidenta de la Asociación de Danzas Guadalupanas de Tampico, Madero, Altamira y Norte de Veracruz, que cuenta con poco más de 20 agrupaciones de danzantes, que mantienen esta tradición de adorar, agradecer y solicitar bendiciones a la virgen con sus bailes.
Comenta que actualmente, la vestimenta varía según los grupos, pero casi siempre consta de un faldellín, rodilleras, muñequeras, pectoral y un penacho de plumas, las plumas ahora son de distintas aves o artificiales, la tela del vestuario suele ser brillante, de colores muy vivos.
“Pero la importancia y riqueza de esta danza radica en la conservación de las tradiciones más ancestrales de México, porque es muy importante que se vaya conociendo toda la cultura que se tiene alrededor de esta expresión artística que data desde hace muchos años”, afirmó.
El Día de San Juan Diego, el Día del Danzante
Expone que una de las reuniones más importantes para los danzantes, además del 12 de diciembre Día de la Virgen de Guadalupe, es el 9 de diciembre que es cuando se conmemora a San Juan Diego, representante indígena de la tradición evangelizadora y día en que se conmemora el Día del Danzante.
Indica que este día, el 9 de diciembre, es una ocasión especial para conocer esta tradición de los danzantes, pues realizan una peregrinación desde el cementerio municipal hasta la Catedral de Tampico, por la Avenida Hidalgo y luego la calle Altamira, donde participan todos los grupos de esta parte sur de Tamaulipas y del norte de Veracruz.
En cada peregrinación es inconfundible el tambor y el ritmo de los pasos de los danzantes, que a su modo llevan su devoción, sin perder la tradición de un pueblo, que a cientos de años de haber aceptado una nueva fe, sigue vivo para recordarnos que aquel encuentro “no fue triunfo ni derrota, sino el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.