“¡Vaya cosa!, Tampico”, exclama el aventurero Dobbs, sentando en una banca, en medio del centro histórico de la ciudad, personaje que interpreta Humprey Bogart en la película El tesoro de la Sierra Madre, filme que capta, para mostrar al mundo, la peculiaridad de esta parte del puerto, con su herrería inglesa y otros toques decorativos singulares de la arquitectura, de lo que fue una de las zonas más importantes del comercio en México a principios del siglo XX.
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Alrededor de la plaza de la Libertad y lo que fue el brazo del río Tamesí, en el límite sur de Tampico, se instalaron edificaciones que hoy son monumentos artísticos, algunos clasificados con alto valor patrimonial en todo el noreste del país y otros, como la Casa de Castilla, históricos al ser protagonistas de la victoria de las tropas mexicanas sobre las españolas que pretendieron reconquistar México.
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Precisamente la Casa de Castilla, ubicada en la esquina de Francisco I. Madero y Juárez, está considerada como la primera construcción de la ciudad con características extranjeras (1924). Juan González de Castilla, quien llegó a ser alcalde de la ciudad de 1845 a 1847, se registró entre los primeros pobladores. En su casa, convertiría en un fuerte, fue preso el brigadier Isidro Barradas para firmar la capitulación española y confirmar México su independencia en 1829.
González de Castilla conocerá a un simpático español, Ángel Sainz-Trápaga Gutiérrez, llegado de Santander, España; con quien emprende negocios hasta venderle parte de su predio, en lo que es hoy la calle Benito Juárez; ahí en 1856 iniciará una leyenda en el comercio del país: La Ferretería “El Comache”, que llegó contar con “las más exóticas novedades del mundo conocido”, afirma el historiados Joaquín Meade, nieto de Ángel.
Este negocio, ubicado frente a la plaza de la Libertad, inició en México la venta de diversos productos que solo se conocían en Europa, incluyendo los primeros trasmisores de radio, el quinqué de aceite, entre muchos otros productos que él mismo traía desde Europa para exclusivos clientes de la ciudad.
A un lado de El Comanche en 1871, Felipe González Garza, instala también un novedoso negocio: una “botica”, pues al ser farmacéutico empieza a comercializar productos para la salud, teniendo en su local medicamentos de los laboratorios establecidos en México y una amplia gama de productos fabricados por las más acreditadas firmas europeas y de los Estados Unidos.
Fue así como esta parte de Tampico empezó a tener un auge importante para el comercio, ubicándose en este punto y sus alrededores oficinas de gobierno, clubes, agencias aduanales, compañías petroleras, consulados y un sinfín de negocios, que fueron edificando una arquitectura con características únicas y con estilos mezclados que dieron origen a un patrimonio único en México.
Pero será hasta el año de 1993 cuando se inicie el rescate de este valioso acervo arquitectónico, “la iniciativa se da al ver funcionarios del INBA e INAH que están demoliendo un edificio en la calle Altamira, entonces se crea la Zona Patrimonial de Monumentos Artísticos e Históricos de la ciudad de Tampico, decretada el 23 de abril de ese año”.
Recuerda la arquitecta Olga Méndez, delegada en Tamaulipas del Comité Internacional de Monumentos y Sitios Organismo "A" Unesco, quien estuvo a cargo del proyecto de catalogar los edificios en el perímetro de la zona centro de Tampico con el objetivo de determinar su valor artístico y clasificar los inmuebles para un censo, trabajo que derivaría en un reglamento de protección para la conservación de los inmuebles, que en muchos de los casos son únicos en todo el país.
“Entonces los edificios estaban ya delimitados en alguna zona y se empezó un proyecto para el rescate del área de la plaza de la Libertad, entre 1994 y 1995, que fue el detonante para que se generara conciencia del patrimonio que tiene la ciudad, pues Tampico es una de las ciudades reconocidas a nivel internacional como uno de los sitios con más arquitectura representativa del siglo XIX y principios del XX”, expresa.
Es una arquitectura muy singular, añade, “con muchas variantes y de diferentes estilos, pero bien puestos, ya que está hecha en una época donde hubo mucho recurso económico, entonces los edificios tienen elementos de corrientes europeas, del neoclásico con corte francés o inglés, comprados por catálogo muchos de ellos, traídos por barco los materiales”.
Comenta, la también exdirectora de Patrimonio cultural y Artístico de Tamaulipas, que es ya urgente la creación del instituto de rehabilitación del patrimonio de la ciudad, que sirva de eje rector para darle mayor valor a la ciudad y que la gente tome más conciencia, pues es un espacio único donde conviven mucha historia y arte, no solo arquitectónico, sino cultural de Tampico.
El asombro aún continúa en algunas miradas, sobre todo de quienes ven la ciudad con ojos nuevos, pues las construcciones se alzan temerarias retando al tiempo, “y es un espacio de la gente, es su ciudad y debe tener una preservación entre todos para que ese patrimonio perdure y pueda ser parte de la identidad de los tampiqueños”, concluye la entrevistada.
DATOS:
- El 5 de diciembre de 1826 el Congreso Constituyente del Estado concedió a Tampico el título de ciudad. Santa Anna de Tampico fue una de las primeras iniciativas de poblamiento urbano de la naciente República Mexicana.
- Existe el mito que el Edificio de La Luz, que se ubica en la calle Héroes del Cañonero, es una pieza de un inmueble cuyas partes están distribuidas en varias ciudades del mundo.
- Los edificios del Centro Histórico de Tampico tienen influencia española, francesa, libanesa, china, holandesa e inglesa.
- La traza original incluía 18 cuadras de 100 varas por lado y calles de 15 varas de ancho.
- Tampico tiene 191 edificios catalogados, de los cuales seis son monumentales de gran valor ornamental y estilístico, y 61 son relevantes testimonios de la arquitectura vernácula.