Tenía la Internacional Orquesta Tampico 10 años de vida y su director, el maestro Claudio Rosas, buscaba un lugar propio para tocar. En el puerto, la cultura del baile popular viene casi desde los inicios de la ciudad, pero en ese 1957 estaba por nacer el icono de estos centros sociales, primero llamado el Palacio Real de los Carnavales y después “la catedral del baile”.
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En uno de sus trayectos a tocar en la periferia de la ciudad, el líder musical de la Orquesta Tampico imaginó al viejo galerón que estaba en total abandono, en la esquina de Obregón y Aduana, convertido en un gran salón de baile. La construcción fue originalmente hecha para juegos de pelota vasca, luego se convirtió en una bodega y años después al paso del ciclón Hilda quedó inutilizado.
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El Club Social Moctezuma fue inaugurado de manera oficial el 6 de septiembre de 1957. Y sí, en su apertura tocó la Internacional Orquesta Tampico, pues Claudio Rosas convenció a un representante local de una cervecería para que se remodelará el edificio, que ocupaba un cuarto de la manzana, y se convirtiera en un salón de baile al estilo de las grandes ciudades.
Al centro se ubicaba la gran pista de baile, totalmente hecha de madera, que se enceraba en todas las funciones. Alrededor se ubicaban las mesas para 400 personas. Sobre las paredes, atrás de donde tocaban las bandas, había dos murales. Uno que Claudio Rosas hizo pintar de una postal de la ciudad de Chicago, Illinois, Estados Unidos y otro representativo de Tampico, con su quiosco y gente bailando en un carnaval.
Junto a la Internacional Orquesta Tampico amenizaron en el Club Social Moctezuma los Gatos Negros, Acerina, Carlos Campos, Pablo Beltrán Ruiz y otras orquestas famosas de México, sirviendo además para realización de diversos eventos, bodas, posadas y fiestas de carnaval que dejaron huella en su época.
Para la década de 1970 ya había cambiado su nombre a Salón Moctezuma, pero después se le puso “Casino” en los volantes que se repartían por toda la ciudad anunciando los bailes. Fue a finales de esta década cuando en este centro de baile se formaría un fenómeno que cambió para siempre la forma de concebir el ritmo en toda una generación.
“Con el grupo Sagitario se prendió todo lo que derivó de los teclados, con la canción “Castígame”, Fidencio Villanueva inauguró el ritmo de la cumbia huasteca que generaría una psicosis musical conocida ahora como “wewa”, por el sonsonete que tienen las melodías que son tocadas en sintetizadores. Después se desintegró y nació otro ícono: Selva Negra”.
Recuerda el promotor musical Miguel Ribera, quien llegó de la ciudad de México como agente de ventas de una disquera y fue quien descubrió las habilidades de Fidencio y su grupo, llevándolo a ser un estelar en la catedral del baile. Trayendo al Casino Moctezuma también eventos tan importantes como la primera gira de “Chico Che”, otro fenómeno de la música tropical; Alfredo “El Pulpo” de los Teclados; Pegasso y los Cadetes de Linares, entre otros.
Desde afuera, dice el promotor musical, “el Casino Moctezuma lo veía la gente como algo muy popular, rayando incluso en lo corriente, pero quienes estábamos inmersos en el ambiente podemos decir que asistían personas de todos los estratos sociales que iban a divertirse con un buen baile y a disfrutar de la música en vivo, pues esa era la característica del lugar”.
Después que apareció la “wewa” el Casino Moctezuma no volvió a ser el mismo, agrega, “muchas historias se entrelazaron con el ritmo de todos esos grupos y después solistas que llegaron hasta este gran salón, que fue en sus mejores momentos la prueba de fuego para quienes querían dedicarse a este tipo de música y la gloria para los amantes del baile”.
Si bailar es soñar con los pies, en el Casino Moctezuma esos sueños fueron interminables noches de diversión y felicidad, una época del puerto que dejó una melodía que sigue sonando ahora en otros salones, pero con la misma alegría de los años del “Mocoroco”.