“Estoy seguro de que todos ustedes los revolucionarios que van a defender Ébano lo van a hacer con la conciencia plena de que están contribuyendo al triunfo definitivo de la Revolución, pues es de suma necesidad conservar el control sobre Tampico”.
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Escribió Venustiano Carranza, en su carácter de primer jefe del Ejército Constitucionalista, durante la segunda etapa de los hechos históricos que se conocen como la Revolución Mexicana, poniendo sobre la mesa la importancia crucial de que el puerto no cayera en manos de Francisco Villa.
Era finales de 1914 y desde un cuarto de la Casa Gándara, ubicada a dos cuadras de la plaza de Armas de Tampico, Pablo González Garza, a la sazón jefe del Cuerpo de Ejército del Noreste diseñó la estrategia para derrotar a los villistas.
Ahí, entre esas paredes construidas en el siglo XIX, se decidió utilizar por primera vez, un nuevo elemento tecnológico a favor del combate: la aviación; tres aeroplanos bajo el mando del mayor Alberto Salinas Carranza hicieron misiones de bombardeo y reconocimiento aéreo, lo que terminó por hacer huir a la poderosa división del Norte.
La Batalla de El Ébano fue el enfrentamiento más largo de toda la Revolución, duró 72 días, tanto villistas como carrancistas sabían la importancia de tomar como posición Tampico, los dos grandes ejércitos chocaron con su más poderosa artillería y parte la estrategia con la que se venció a los villistas se desarrolló en este viejo inmueble, que aún se conserva.
Los carrancistas se apropiaron durante esta época de la antigua casa, estilo victoriano, que en un tiempo había pertenecido al general Manuel González Flores, que fuera presidente de la México en el periodo de 1880-1884, el inmueble durante la Revolución, junto con la antigua Aduana de Tampico, sirvió de cuartel a los militares del mando constitucionalista.
El palacete, ubicado en la esquina de lo que es ahora Sor Juana Inés de la Cruz y Emilio Carranza, es una de las construcciones más antiguas de Tampico, con diversos sótanos, por lo que pudo servir incluso como una prisión y paredón para villistas regionales, capturados durante esta época.
Apenas en 1909, el propio Francisco I. Madero estuvo hospedado en la Casa Gándara en una visita que hizo a Tampico, antes de su elección para presidente y cuando Pablo González tomó Tampico, derrotando a los huertistas, lo habilitó como su fuerte.
Con el triunfo de la Batalla de El Ébano se mantuvo el control estratégico del puerto de Tampico y una vez terminada la campaña militar la casa fue rescatada por el hijo del general Flores, Manuel González Horm para ser utilizada en diversas actividades, como casa habitación, hospital, consultorio y últimamente museo.