Cuando vio como se había desprendido el cuero cabelludo en aquel tripulante que iba como descabezador, el capitán Luis Manuel Aparicio Cruz recordó la vez que pudo ser decapitado por la propela de uno de los primeros barcos en los que se hizo a la mar, siguiendo la corrida del camarón del norte.
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“Tenía 17 años, el barco estaba en varadero y cuando lo tiraron de golpe al agua, al llegar el navío abajo, la pala, que es una hoja de lámina que gobierna donde está la propela se fue para el lado donde yo estaba conectando una maquinaria, quite la cara y aun así me alcanzó por la zona de la mandíbula y me hizo una cortada, una media luna que le dicen”, recuerda.
Camaronero con más de 40 años de andanzas en la mar, y más de 25 como capitán de barco, tiene puesta la fe en que todo irá bien esta nueva corrida, a pesar de que este año la flota camaronera de Tampico saldrá a mitad de septiembre, con el pronóstico del inicio de los frentes fríos y de una inestabilidad que puede entrar al Golfo de México entre el 8 y 10 de ese mes.
Aquella vez, hace cuatro años, al ver que su tripulante traía colgando casi la mitad del cuero de la cabeza, tomó la decisión de mantenerlo despierto y sobre cubierta, mientras rastreaba la ayuda a los guardacostas, “es una tensión que debes dominar porque no sabes, en este caso, lo que va a pasar”.
Como hombre de mar tienes que ir moldeando el carácter, añade el capitán Aparicio, “es mucho el tiempo que pasas dentro del barco, esa ocasión el accidente ocurrió a media jornada, el tripulante por tener las manos resbalosas no pudo agarrarse y cayó 2 metros y medio hasta la bodega ya fría. Como se pudo lo subimos a cubierta”, expresa, “y asustados vimos que se le deformaba la cabeza por el desprendimiento de la piel, que le iba desde las cejas, una parte de sien, hasta una parte de atrás de la cabeza; que pido ayuda a la guardia que está en Mezquital (al norte de Tamaulipas) por medio de una persona, le digo: avísales que necesito un paramédico”, añade.
Debido a que los marinos no querían que se les raspara su lancha, “tuvimos que hacer maniobras para poder traspasar al herido que, por fin, después de 4 horas del percance, fue llevado por una ambulancia para ser atendido”. Saliendo bien del accidente, el tripulante Ascensión Antonio Reyes, sigue trabajando a bordo del WayWard Wind, embarcación que comanda el capitán Manuel Aparicio.
LAS HISTORIAS TAMBIÉN SE PESCAN
Además de los riesgos, hay muchas cosas que pasan en la pesca, hay barcos que han sacado, en lugar de camarones, osamentas y cadáveres de personas que naufragaron “y al ver las redes sí te impresiona que traigan cosas así o especies extrañas que se enredan y son arrastradas. Una cosa es que te lo diga así y otra que lo estés viviendo allá en altamar”.
Ahora, este 2020, también hay un enemigo silencioso: el Covid-19. “Estamos con todos los protocolos que podemos, pero no hay garantía que alguien no lo traiga y cuando este en altamar se ponga malo”, afirma el capitán que es algo nuevo que tienen que sortear.
Sin embargo, el ánimo no decae y como cada año la fiesta por la llegada de la temporada de pesca crece entre los pescadores, que ya avituallan sus barcos con miras a la corrida del camarón, preparando sus redes con esperanza, para recoger, allá donde el mundo es ajeno, ese precioso oro rosado, sorteando aventuras, decepciones y peligros.