Entre arena, cal, cemento, tubos y alambres transcurre la vida de los trabajadores de la construcción, que hoy cumplen la tradición de celebrar a la Santa Cruz. Su tarea pasa desapercibida para la población, pero ellos dejan gran parte de su vida haciendo viviendas, edificios, calles, puentes o iglesias.
Antonio Santiago Mar ha dedicado 45 años de su existencia a este trabajo y asegura que la satisfacción ha sido grande, pues le ha permitido dar educación superior a sus hijos, pero sobre todo poner su granito de arena en obras majestuosas como el puente Tampico y otro de gran tamaño en el estado de Guerrero.
“Me siento muy orgulloso y estoy contento, porque veo esas obras donde yo participé, y aún espero más años para seguir trabajando en esto que me gusta”, agrega don Antonio quien participa en la construcción del puente sobre la Calle José de Escandón.
La historia no es distinta con don Enrique Medellín Reyes, quien ha cumplido cuatro décadas de desempeñar esta profesión, llenándole de grandes gozos.
Es cierto que es difícil, pero al final la satisfacción es grande, pues servimos a la sociedad con nuestro trabajo, afirma.
Las jornadas extenuantes de muchas horas, soportando altas temperaturas o el frío, no mengua el entusiasmo por su oficio, que le ha permitido atender las necesidades de su familias, pero sobre todo le ha dado satisfacción personal.
Para don Genaro Rodríguez, con 45 años de experiencia en esa industria, no piensa en un retiro pronto, pues en esta tarea diaria ha ganado experiencia y respeto, pues ha desempeñado su trabajo con gusto y alegría.
Los hombres dejarán hoy su intenso trabajo para celebrar el Día de la Santa Cruz o Día del Albañil, fecha en que se acostumbra colocar una cruz de madera previamente bendecida y adornada con flores en lo alto de la obra en construcción.
SECUELAS EN LA SALUD
Para don Juan Gómez García la vida ha sido dura en esta labor, pues el trabajo rudo y pesado le dañó por siempre la columna vertebral, obligándolo a anticipar su jubilación.
Actualmente de 64 años de edad, dice sin embargo que no le pesa, porque le gustó compartir su vida con sus compañeros, a los que no olvida y visita en las obras.
Fue difícil, porque es un oficio muy rudo, pero doy gracias, porque atendí las necesidades de mi familia y de mis hijos y aquí sigo contento.