Pocas veces nos detenemos a pensar que sería de nuestras vidas sin las personas que nos ayudan en el hogar, las condiciones y desorden en que estaría nuestra casa; por eso hoy, en el Día Internacional de las Trabajadoras Domésticas es justo detenernos para agradecerles su desempeño, lealtad y disposición.
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Son miles las mujeres y en menor medida hombres que se desempeñan a estas labores quienes muchas veces pasan desapercibidas, con ingresos precarios y, peor aún, enfrentando en muchas ocasiones discriminación por su condición económica, raza, lengua o género.
DOÑA HILDA PÉREZ MEJÍA
Apenas dejaba la niñez cuando Hilda Pérez Mejía incursionó como doméstica en casa de la familia Reyes, en Ciudad Madero su encomienda en ese entonces era ayudar al sustento de sus siete hermanos.
Hoy tiene 57 años de edad y aunque estudió hasta preparatoria y cursó una carrera secretarial, nunca abandonó el oficio de fámula, en muchas casas o distintas familias, donde laboraba más de ocho horas, haciendo trabajos de nana, cuidadora de ancianos, a lo que agregaba cocinar, limpiar, barrer y planchar.
Contrario a lo de muchos trabajos o profesiones que dejan satisfacción, a Hilda ser doméstica no le ha dejado felicidad, sino un sentimiento de frustración porque sus muchas horas de labor no han sido valoradas.
Sus ojos humedecen cuando lo manifiesta y lamenta que las trabajadoras del hogar sean generalmente miradas con discriminación, porque “no tienen educación o porque son menos”, dice con tristeza. Hilda habita una vivienda muy modesta, sin piso de cemento, en la colonia Hipódromo y sus jornadas de trabajo siguen siendo arduas y largas, con ingresos que promedian los 200 y 250 pesos diarios, apenas suficientes para la manutención de su madre María Guadalupe, de 78 años de edad
MAL PAGADAS Y SIN PRESTACIONES SOCIALES
Desde 1988 cada 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar por decisión de la ONU y aunque la Organización Internacional del Trabajo y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH), ha llamado a las autoridades mexicanas para mejorar las situación de las mujeres en esas tareas, los avances son escasos, pues todavía no se garantiza la no discriminación y la igualdad de oportunidades laborales.
Si bien el trabajo remunerado en casa es una fuente de empleo fundamental para las mujeres, estas enfrentan condiciones laborales sumamente desiguales en términos de salario, jornada de trabajo y prestaciones sociales, porque no hay conciencia del patrón, ni conocimiento de las trabajadoras de sus derechos, remarca el abogado laborista, Javier Ángel Ramos Turrubiates.
El catedrático de la materia de Derecho Laboral de la Unidad de Derecho y Ciencias Sociales de la UAT dice que la Organización Internacional del Trabajo promueve la equiparación de los derechos de las domésticas establecidas desde hace muchos años en la legislación vigente, en temas como la fijación de la jornada laboral, los días libres a la semana y el acceso a la licencia remunerada de maternidad, pero actualmente es muy poca la población trabajadora que cuenta con esos beneficios.
De acuerdo con la ONU, casi 35% de las asistentes de casa tienen ingresos equivalentes al salario mínimo o menor; y casi una de cada cuatro no cuenta con estudios de primaria, e indígenas y migrantes están sobrerepresentadas en estos trabajos que son altamente precarios y mal remunerados.
El abogado Ramos Turrubiates agrega que la protección de la Ley Federal del Trabajo hacia las empleadas del hogar no es nueva, existe desde hace muchos años y se encuentra en un apartada en “trabajos especiales” y lo más reciente es el plan piloto del Instituto Mexicano del Seguro que obliga al patrón o patrona a ofrecerle todos los beneficios de darla de alta al IMSS.
Sin embargo, es claro que el progreso es ínfimo y muy pocas de las más de dos millones de mujeres en esa actividad tiene el beneficio de la seguridad social, porque la autoridad no lo ha hecho obligatorio, no existen inspecciones para comprobar el cumplimiento de la disposición, ni mucho menos líneas de denuncia contra los patrones omisos.