Mientras que villistas y carrancistas se enfrentaban en la batalla más feroz de la Revolución Mexicana en El Ébano, los jóvenes se divertían en la Plaza de Armas de Tampico, cortejando a las muchachas, era lo que escribía el periodista Luis Bustamante, de manera irónica al informar que la guerra no amainó el ánimo tampiqueño a pesar que la ciudad estuvo en medio la disputa entre los revolucionarios.
Fue en noviembre de 1913 cuando el general huertista Ignacio Morelos Zaragoza tomó la plaza de Tampico y la convirtió en sede de la gubernatura, al estallar la rebelión de Venustiano Carranza, que no estaba de acuerdo con el asesinato de Francisco I. Madero y la toma del poder de Victoriano Huerta.
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Carrancistas luchan contra buques y cañones un mes y medio por Tampico
El petróleo y su acceso al mar convertían a Tampico en uno de los puntos más estratégicos para los revolucionarios, por eso los carrancistas iniciaron una acometida contra la ciudad a partir de marzo de 1914, entrando por la avenida Hidalgo y por la zona de lo que hoy es Árbol Grande.
Fueron 48 días los que se combatieron en el puerto, entre unos tres mil revolucionarios contra cuatro mil federales que había en la plaza y que tenían barcos de guerra, reflectores, artillería de tierra, armamento de fusilería, ya que la ciudad era vital para ambos bandos y el destino de la guerra.
Mientras varios contingentes de las fuerzas del general Alberto Carrera Torres y del general Manuel C. Lárraga se situaron en El Ébano para cortar la línea del ferrocarril entre Tampico y San Luis Potosí, los carrancistas recibieron refuerzos del General Pablo González que ya había tomado Monterrey, así Tampico, el último reducto de los federales, pasó a manos de la revolución constitucionalista.
Villa quiere apoderarse de Tampico, pero es frenado en la Batalla del Ébano
La ciudad quedó después de este episodio en calma, pero en la cuarta etapa de la revolución, cuando Francisco Villa se rebela contra Carranza a fines de 1914, se volverá a temer que la guerra entre en el puerto y nuevamente Tampico fue un objetivo de guerra al ordenar su toma los villistas por ser punto estratégico.
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En esta ocasión los generales carrancistas optaron por llevar la guerra afuera de la ciudad y se atrincheraron en el poblado potosino, pues tenían estudiado el terreno y los 10 mil villistas fueron frenados, en lo que se llamó la “batalla del Ébano”, por el general Jacinto B. Treviño y sus seis mil efectivos.
En este periodo Tampico fue el cuartel general para la defensa de los constitucionalistas y Pablo González, tenía un cuerpo de ejército para el caso de que los villistas rompieran el cerco de Ébano, pero no fue el caso y a la derrota por la toma del puerto la División del Norte, se sumaron la pérdida en los combates de León y Celaya, en Guanajuato.
Carranza visita Tampico y se queda la ciudad al mando constitucionalista
El puerto participó en esta parte de la guerra solo en los servicios médicos que atendían a heridos que llegaban del frente del Ébano al hospital de los ferrocarrileros en La Barra, donde se ubicó el primer hospital militar de la zona.
En una pausa de la revuelta, 12 de octubre de 1915 llegó a Tampico Venustiano Carranza en el cañonero Bravo, donde fue recibido jubilosamente en las calles, el primer jefe de la revolución mexicana dio un discurso dentro de la gira que realizaba por la entidad, visitando Tampico, Victoria y la frontera de Tamaulipas.
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De este modo Tampico vivió los embates de las dos fuerzas revolucionarias más poderosas de México, que disputaron el control de la ciudad al ser uno de los sitios donde se podía definir la suerte de los ideales de este movimiento que transformó la historia de México.