El icónico muelle de Tancol, que durante décadas ha sido el vínculo vital entre Tampico, Altamira y el norte de Veracruz a través de lanchas motorizadas, ahora está al borde de desaparecer, relegado a un mero recuerdo debido a la implacable sequía que asola la región.
Los atracaderos que solían recibir con bullicio las embarcaciones, ahora yacen en el olvido, cubiertos no por el característico lodo sino por tierra agrietada, testigo mudo del cambio que ha transformado este paisaje acuático en panorama desolador. Desesperados por alcanzar Tampico, pescadores se ven obligados a utilizar los remos, una práctica impensable en épocas pasadas.
"Ya no hay agua, no podemos zarpar. Estamos varados. Remamos unos 100 metros desde aquí para arrancar el motor, pero incluso para alcanzar la laguna tenemos que seguir remando", lamentó Norberto Sánchez, pescador con 40 años de experiencia en la zona, donde la tilapia solía ser su presa principal.
El tiempo y el agua se agotan rápidamente. Si las lluvias no llegan en una semana, el acceso a Tancol será prácticamente imposible, obligando a los habitantes a quedar atrapados al otro lado de la laguna. "Dentro de dos semanas, si no hay cambios, tendremos que buscar alternativas, quizás hasta escarbar para abrir un camino", advirtió.
El nivel del agua ha alcanzado niveles históricamente bajos, oscilando entre los 10 y 15 centímetros, una situación sin precedentes para muchos lugareños. "Hace dos años hubo problemas, pero aún había suficiente agua para navegar con el motor. Ahora, todos dependemos de los remos", agregó.
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El problema se extiende más allá del muelle. Partes de la laguna también están inaccesibles debido al lodo, lo que dificulta aún más la búsqueda de sustento para los pescadores locales.
Ramiro Barragán, vendedor de pescados y mariscos en el muelle, describió la situación como nunca antes vista en sus 50 años de vida. "Nos estamos enfrentando a una sequía sin precedentes. Necesitamos lluvias fuertes y abundantes para recuperar lo que una vez tuvimos", expresó con preocupación.
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Esta sequía amenaza no sólo la subsistencia económica de los habitantes, sino también su identidad y modo de vida. "Ya no podemos pescar en las lagunas. La entrada está bloqueada. La única solución es la lluvia. Sin ella, estamos condenados", concluyó.