Junto a su esposo escaló en su empresa integrando un grupo de mujeres a las que alientan a superarse.
Hace casi un cuarto de siglo, Rosalía Díaz de Blanco comenzó a trabajar por su cuenta, lo hizo empujada por la necesidad de aportar recursos económicos para el sostenimiento de su familia, que pasaba por una situación difícil: su esposo recién había superado un grave problema de salud que agotó las reservas que habían ahorrado, sus hijos estaban estudiando y además, había que pagar una hipoteca en plena crisis de finales de diciembre de 1994. Por si fuera poco, su marido había sido despedido, tras un ajuste de personal que la empresa en la que laboraba tuvo que hacer, para sortear la crisis.
Hasta antes de eso, Rosalía había logrado hacer algunas cosas como esposa y madre de familia, para ayudar en el sostenimiento del hogar, desde vender productos y golosinas elaborados domésticamente, hasta iniciar tímidamente con la venta de suplementos alimenticios en una empresa multinivel recién creada.
Con empeño y la voluntad de ayudar a Willy -su marido- que se rcuperaba de su padecimiento, decidió trabajar más en forma para poder sacar adelante a la familia y cumplir con los compromisos que había.
La discreción con que había comenzado su trabajo en la empresa se convirtió de pronto en una fuerza impresionante, alentada por la determinación de aprovechar las oportunidades que se abrían en la empresa y en la vida.
Siempre juntos, Rosalía y su esposo escalaron en la compañía y llegaron a formar redes que hoy integran un grupo en el que predominan las mujeres, a quienes comparte su historia de vida y alienta a superarse.
“A mí, la empresa en la que trabajo me ha dado la oportunidad de superarme, de aprender y de ayudar. Me considero una mujer empoderada que puede ayudar a las demás a salir adelante”, sostiene.