El festejo del Día de la Virgen es una de las tradiciones más antiguas y representativas de nuestro país, cientos de familias visitan a la morenita y la celebran de distintas formas, cantándole las mañanitas, haciendo una peregrinación o caracterizando a los más pequeños con indumentarias indígenas.
Hasta hace unos años perpetuar el momento de llevar a los niños ante la Virgen representaba una ventana de oportunidad para cientos de trabajadores dedicados al arte de la fotografía y a preservar eternamente este nostálgico recuerdo.
Los fotógrafos en este día podían hacer sus “aguinaldos” con la entrada de dinero que representaba realizar al día una buena cantidad de fotos a las familias y más específicamente a los niños vestidos de manta, con ayates, huacales y canastos.
Con la entrada de la tecnología poco a poco la cámara de un celular fue eclipsando no sólo el oficio de un fotógrafo, sino el propio sentimiento de apreciar un momento y conservarlo en un álbum de fotos para mirar en la tarde con la familia y un buen café.
Del papel pasó a una pantalla con luz, el álbum de fotos con historias de la familia a una base de datos de una red social, recuerdos para siempre se transformaron en Stories de Instagram que sólo duran 24 horas.
UN OFICIO DE PASIÓN SIN REMUNERACIÓN
“Si bien la tecnología vino a hacer la vida más fácil, esta misma facilidad convirtió el oficio de fotógrafo social en algo de lo que ya no se podía vivir y los que quedan lo realizan más por amor y pasión al trabajo”, mencionó Alberto Guerrero Vázquez, exfotógrafo social con 30 años de experiencia.
La facilidad de que cada persona tenga una cámara en sus manos mermó la posibilidad de hacerlo de manera tradicional, por lo que tuvieron que enfocarse a crear mejores escenarios donde los niños pudieran posar para la foto y rentar ese mismo espacio para obtener ingresos que no llegan a cubrir el costo de producción.
“Hace 20 años una jornada de trabajo del fotógrafo eran de 7 de la mañana a 10 u 11 de la noche en el que te hacías de 35 a 50 rollos, eran los aguinaldos del fotógrafo”, narra con nostalgia “El Profe”, que experimentó los mejores momentos para la fotografía en la zona.
UNA CRISIS DE FE
Si bien el surgimiento de dispositivos con mejores cámaras que permitían que los mismos devotos religiosos pudieran capturar sus propios momentos, Alberto Guerrero comentó que la afluencia de visitantes a las iglesias este día ha disminuido considerablemente con el paso de los años.
“Es una crisis de valores y de fe, hoy la gente no asiste tanto como en tiempos pasados, uno no trata de negociar con la fe pues el principal factor por la disminución del empleo es sin duda el celular”, mencionó.
DEL CALLO DE LA CALLE AL ADOCTRINAJE DIGITAL
En el ámbito de la fotografía la tecnología eliminó casi por completo la necesidad de conocimientos del funcionamiento de los mecanismos de una cámara, sumándose éste a los demás factores que impidieron que el oficio de retratista fuera factible. “El fotógrafo de los 90 se curtió en la calle, tenías que aprender la velocidad, el diafragma, conocer de iluminación para tomar una buena foto, esos conocimientos ahora debes saber manejar photoshop y "corel draw” comentó el entrevistado cuyas herramientas de trabajo pasaron a ser obsoletas.
EL TALENTO DE RETRATAR UN ETERNO RECUERDO
La cámara de un smartphone está configurada para que de manera predeterminada y automática haga los ajustes necesarios para tomar una buena fotografía y de manera rápida, sin embargo la experiencia para capturar el momento preciso fue el músculo fuerte de un retratista. “Los mejores momentos están en familia y el fotógrafo siempre capturó los mejores momentos de la familia y esas fotos en un álbum son las que nos llevan a reunirnos en familia y que el fotógrafo pudo hacer posible que se preservaran y que hoy no se valoran tanto por las nuevas generaciones”, explicó el entrevistado.
Noventa por ciento es el porcentaje que se ha visto reducido el trabajo de los retratistas actualmente”.