Angelina Hernández supo que algo andaba mal cuando su tía Catalina, una mujer de 80 años que se desempeñaba como trabajadora doméstica en una casa particular de Naucalpan, Estado de México, dejó de contestarle el teléfono. Angelina acudió al domicilio donde se encontraba su familiar, y la encontró en deplorables condiciones de vida.
LLEGÓ A TRABAJAR A LOS 19 AÑOS
El caso de Catalina, nacida en Coxcatlán, San Luis Potosí, resonó internacionalmente. Llegó a la Ciudad de México a la edad de 19 años para trabajar con un matrimonio joven que requería de alguien que se encargara del hogar, ubicado en Naucalpan. En aquel tiempo Catalina no sabía limpiar una casa ni cocinar y solo hablaba náhuatl.
Entonces sus empleadores se ensañaron con ella. Catalina trabajaba turnos extenuantes, no tenía un día de descanso, y solo podía salir de la casa por ratos, prácticamente permanecía encerrada, sin contacto con el exterior. A veces la golpeaban. Vivió esta situación durante casi 60 años.
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DESDE AGOSTO NO LE PAGABAN
Angelina Hernández, sobrina de Catalina, en ocasiones llamaba a su tía, pero la dueña de la casa le impedía hablar con ella. Ante las reiteradas negativas, decidió pedir ayuda al Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), organización que lucha por los derechos de las empleadas del hogar.
Así, el pasado 9 de noviembre llegaron a la casa en Naucalpan y rescataron a la mujer. La dueña de la casa argumentó que solo cuidaban de Catalina, ya que sufría demencia senil. Ella le dijo a su sobrina que la patrona la trataba muy mal, no la dejaba salir y desde agosto no le pagaba su sueldo correspondiente.
Finalmente, lograron llevarse a Catalina de ahí. Una revisión médica le diagnosticó anemia y desnutrición. Actualmente, se encuentra recuperándose en casa de sus familiares y su mayor deseo es volver a su pueblo en la Huasteca y descansar.