Maritza y Aura son dos mujeres que desde hace más de un año se convirtieron en residentes del campamento migrante de Matamoros, en medio de emociones encontradas ambas han sido marcadas para partir.
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Mientras que Maritza está emocionada por volver a sus hijos; Aura, guatemalteca, siente nostalgia ya que su nieto no pudo vivir este momento debido a que en el 2020 murió ahogado en el río Bravo.
“Dios nos ha dado una luz porque a través del presidente Joe Biden podemos tener una esperanza, se lo debemos a Dios y al presidente Joe Biden”, declaró a El Sol de Tampico, Maritza Vázquez Hernández, quien radiante presume la pulsera que se colocó cuando fue censada por personal de agencias internacionales.
“Estoy sola, mis hijos están en Florida, voy para dos años sin verlos. A mí me deportaron por no presentar un pasaporte a tiempo, pero cuando intenté regresar para reunirme con mis niños el oficial de inmigración me puso en el MPP”, agregó.
Señaló que apenas se resuelva su situación migratoria acudirá a Florida donde están sus tres hijos bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos y asociaciones civiles.
“No es mi sueño americano, mi sueño es reunirme con mis hijos después de dos años sin verlos, por fin voy a estar con ellos. Sé que me espera una batalla muy grande porque pelearlos con el gobierno americano, pero si Dios me abrió un camino, Dios me va a abrir la puerta completa”, destacó.
“Algunos venimos huyendo de nuestros países, algunos venimos porque nuestro país está acabado y venimos con la esperanza de Estados Unidos nos extienda sus brazos y nos dé una nueva vida”, agregó.
En otro extremo del campamento, Aura Cruz de Guatemala se reunió con la activista Glady Cañas para comenzar a despedirse. La mujer de más de 60 años, quien se hace responsable de su pequeña nieta, no puede creer que se encuentra cerca de llegar a los Estados Unidos pues la tragedia y violencia ha marcado su vida.
El año pasado su nieto Edwin Rodrigo, desesperado, se lanzó al río Bravo donde murió ahogado y un día después Edwin Aaron, padre de Rodrigo, murió asesinado en Guatemala.
“El río estaba ahí, no sé más, él le tenía miedo al agua, en su mente no estaba cruzarse al otro lado, era el sueño de él, yo lo voy a cumplir. Hay tantos recuerdos que tal vez no quisiera irme de aquí del campamento”, expresó.
“Él falleció en Matamoros, aquí en el río Bravo, mi hijo al otro día también en Guatemala estábamos identificando a Rodrigo cuando me dicen que mi hijo muere en Guatemala”, añadió. Aura, además cuida a una nieta cuya madre también murió asesinada en Guatemala
“Yo agradezco México nos ha ayudado bastante desde que salimos de nuestro país, mucha ayuda de México, de Acnur, yo no me quejó de nada”, enfatizó.