Hundidos en la desesperación, la impotencia y con la fe fracturada ante la falta de respuesta a su solicitud de asilo por el gobierno de Estados Unidos, decenas de migrantes intentaron cruzar en masa de Tamaulipas a Texas por el Puente Nuevo de Matamoros.
En esa zona de la frontera tamaulipeca se respira gran tristeza al vivir muchos migrantes en condición de refugiados, similares a zonas de guerra, recibiendo apoyo de organizaciones humanitarias americanas y mexicanas.
Empujados por la angustia hombres, mujeres y niños avanzaron en bloque hacia el norte por el Puente Internacional Nuevo, donde guardias de la CBP -Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés- les impidieron el paso, por lo que decidieron bloquearlo por más de 16 horas el flujo vehicular.
Sudamericanos, centroamericanos e incluso africanos optaron por tomar esta medida ya que llevan hasta un año esperando que la administración de Donald Trump responda a los planteamientos de ingresar por la vía del asilo al territorio del otro lado del Río Bravo.
“Estamos desesperados, no es posible que nos tengan en estas condiciones durante tantos meses, no tenemos ni para comer, necesitamos que nos atiendan y nos den una respuesta” dijo la cubana Marlene Mosqueda, quien aseguró que llegó a esta zona de la frontera de Tamaulipas desde enero huyendo del régimen de la isla caribeña.
Autoridades de la Aduana de Matamoros indicaron que los primeros minutos del jueves los migrantes intentaron cruzar caminando por el puente, por lo que fue necesario el reforzamiento en la presencia de los agentes de migración, arribando decenas de efectivos vestidos de azul.
En los carriles vehiculares tendieron colchonetas y sabanas para dormir, exigían la presencia de representantes del gobierno estadounidense para que constataran la situación en que se encuentran ante la falta de recursos y las condiciones inhumanas en que deben mantenerse.
El flujo entre Matamoros, Tamaulipas, y Brownsville, Texas, quedó obstaculizado, ahí recibieron los primeros rayos del sol y se mantuvieron por más de dieciséis horas, hasta que llegó el rumor que serían desalojados por la Guardia Nacional mexicana.
“Estamos en total indefensión, en Estados Unidos nos cierran la puerta y acá en México dicen que nos van a quitar, entonces que hacemos, a donde quieren que vayamos” refirió Patricia Simone, procedente de Venezuela.
Al amanecer se contabilizaban unas cuatrocientas personas en el bloqueo, quienes no ven mejora al clarear, siendo ahora objeto de amenazas y el temor vuelve a apoderarse de ellos, al estar en una tierra ajena.
En los últimos meses se han convertido en moneda de cambio entre los gobiernos de Trump y Andrés Manuel López Obrador, el estadounidense amenazando al mexicano con la aplicación de aranceles de no frenar el flujo migrante y el mexicano ofreciendo empleos que no se han generado para nacionales.
Lo cierto es que la crisis en la frontera -a quienes la conocemos de cerca- duele, genera un sentimiento de malestar contra los países que nada hicieron por mantenerlos en casa; así como a los que supeditar la libertad y la vida misma a decisiones de escritorio, alejadas de la realidad, el dolor, la necesidad de un nuevo hogar y de esta frontera de refugiados.