/ miércoles 24 de octubre de 2018

“La Viejada” danza enmascarada para burlar a la muerte

El Día de Muertos en la huasteca veracruzana es una tradición de gran arraigo, particularmente en Pánuco donde esta fiesta toma forma el día 1 y 2 de noviembre

El Día de Muertos en la huasteca veracruzana es una tradición de gran arraigo, particularmente en Pánuco donde esta fiesta toma forma el día 1 y 2 de noviembre a través de las ofrendas presentadas en los altares y, desde luego, con la música y la danza tradicional llamada "viejada" o “danza de los viejos”.

Esta expresión se recrea en cada colonia del municipio, por lo que con antelación los jóvenes y adultos que integran la cuadrilla o también llamada comparsas, ensayan y preparan un disfraz para ocultar su identidad y de esta forma burlar a la muerte.


El zapateado es fundamental y va acorde con la jarana, la guitarra quinta y el violín, dotación de instrumentos necesaria para la ejecución de los sones como “La polla pinta”, “El piojo y la pulga”, “Los huaraches”, entre otros.

En Pánuco existen 21 comparsas entre la zona rural y urbana, y cada una despliega su visión de la muerte a través de sus máscaras de madera y atuendos tan sencillos como vistosos, siendo cuatro personajes imprescindibles por su simbolismo: la embarazada que representa la tierra y por tanto el inicio de la vida; el vaquero que simboliza el agua, elemento necesario para el desarrollo de la vida mediante la agricultura y la ganadería.

El diablo es el fuego que representa la lucha entre el bien y el mal, mientras que el aire simbolizado con el personaje de la muerte nos recuerda el último aliento de nuestra existencia en este plano terrenal.

Esta danza tiene un origen sincrético originado por la colonización de esta zona, nos relata Luis Enrique Pérez, cronista municipal de Pánuco. “Con la fundación española de Santiesteban del Puerto (hoy Pánuco) en el año 1522, se propicia un encuentro de tres culturas que van a determinar nuestra identidad como huastecos. Por una parte tenemos la herencia de los pueblos indígenas que hasta la fecha pueblan esta región, refiriéndome a las comunidades nahuas, tepehuas, otomíes y tének, cuya ritualidad se fusiona con las creencias del catolicismo traído por los españoles y, desde luego, la presencia africana que por ejemplo está muy presente en la máscara “La bocona” y el traje de “tiritas” de tela que por cierto es muy característico de las comparsas rurales de Pánuco”.

Aunque no hay un fecha exacta sobre el origen de esta danza, lo cierto es que en la actualidad se pueden apreciar otras influencias en los disfraces provenientes de la cultura masiva, representaciones de personajes mitológicos o de ficción que el cine hollywoodense ha puesto de moda como gnomos, elfos o payasos diabólicos que adaptan al imaginario local, nos comenta Luis Enrique Pérez.

“En el presente resulta muy estimulante observar una serie de transformaciones en esta danza. La tendencia de Las Viejadas en cuanto a la asimilación de las innovaciones está propiciando su estilización bajo los códigos de un espectáculo que se observa en lo inmediato en coreografías más limpias en cuanto a cuadratura y expresión escénica, así como en caracterizaciones que trascienden el sentido utilitario de ocultar la identidad para ofrecer a su portador la posibilidad de emanciparse individualmente mediante su proyección en complejas máscaras y elaborados ropajes que generan tensiones que oscilan entre lo tradicional y lo moderno, lo satírico y lo grotesco, lo ostentoso y lo paupérrimo, lo glamoroso y lo kitsch, lo terrorífico y lo ominoso, lo exquisito y lo vulgar”.

Ante la creciente demanda de máscaras de madera en Pánuco se han aperturado varios talleres: en la colonia Revolución Mexicana se ubica el de Javier Hernández Cruz, quien desde el 2009 elabora máscaras para la danza de los viejos. “Aprendí este oficio hace como nueve años, que me enseñó un tío que reside en el vecino municipio de Tempoal, Ver., pues es un trabajo de talla en madera completamente a mano, utilizo la madera del pemuche, de cedro o ceiba. Los personajes que más me piden son la bocona y la catrina, pero también me encargan diseños especiales que llegan a ser muy elaborados como la máscara de Depredador”.

Actualmente son los niños y jóvenes los más participativos, las instituciones educativas desde preescolar hasta profesional promueven esta tradición mediante concursos internos y demostraciones públicas en la Plaza “Gral. Desiderio Pavón”, donde cada año las comparsas levantan polvo al ritmo del violín, una manera de recordar y revivir a quienes se han adelantado en el camino.

El Día de Muertos en la huasteca veracruzana es una tradición de gran arraigo, particularmente en Pánuco donde esta fiesta toma forma el día 1 y 2 de noviembre a través de las ofrendas presentadas en los altares y, desde luego, con la música y la danza tradicional llamada "viejada" o “danza de los viejos”.

Esta expresión se recrea en cada colonia del municipio, por lo que con antelación los jóvenes y adultos que integran la cuadrilla o también llamada comparsas, ensayan y preparan un disfraz para ocultar su identidad y de esta forma burlar a la muerte.


El zapateado es fundamental y va acorde con la jarana, la guitarra quinta y el violín, dotación de instrumentos necesaria para la ejecución de los sones como “La polla pinta”, “El piojo y la pulga”, “Los huaraches”, entre otros.

En Pánuco existen 21 comparsas entre la zona rural y urbana, y cada una despliega su visión de la muerte a través de sus máscaras de madera y atuendos tan sencillos como vistosos, siendo cuatro personajes imprescindibles por su simbolismo: la embarazada que representa la tierra y por tanto el inicio de la vida; el vaquero que simboliza el agua, elemento necesario para el desarrollo de la vida mediante la agricultura y la ganadería.

El diablo es el fuego que representa la lucha entre el bien y el mal, mientras que el aire simbolizado con el personaje de la muerte nos recuerda el último aliento de nuestra existencia en este plano terrenal.

Esta danza tiene un origen sincrético originado por la colonización de esta zona, nos relata Luis Enrique Pérez, cronista municipal de Pánuco. “Con la fundación española de Santiesteban del Puerto (hoy Pánuco) en el año 1522, se propicia un encuentro de tres culturas que van a determinar nuestra identidad como huastecos. Por una parte tenemos la herencia de los pueblos indígenas que hasta la fecha pueblan esta región, refiriéndome a las comunidades nahuas, tepehuas, otomíes y tének, cuya ritualidad se fusiona con las creencias del catolicismo traído por los españoles y, desde luego, la presencia africana que por ejemplo está muy presente en la máscara “La bocona” y el traje de “tiritas” de tela que por cierto es muy característico de las comparsas rurales de Pánuco”.

Aunque no hay un fecha exacta sobre el origen de esta danza, lo cierto es que en la actualidad se pueden apreciar otras influencias en los disfraces provenientes de la cultura masiva, representaciones de personajes mitológicos o de ficción que el cine hollywoodense ha puesto de moda como gnomos, elfos o payasos diabólicos que adaptan al imaginario local, nos comenta Luis Enrique Pérez.

“En el presente resulta muy estimulante observar una serie de transformaciones en esta danza. La tendencia de Las Viejadas en cuanto a la asimilación de las innovaciones está propiciando su estilización bajo los códigos de un espectáculo que se observa en lo inmediato en coreografías más limpias en cuanto a cuadratura y expresión escénica, así como en caracterizaciones que trascienden el sentido utilitario de ocultar la identidad para ofrecer a su portador la posibilidad de emanciparse individualmente mediante su proyección en complejas máscaras y elaborados ropajes que generan tensiones que oscilan entre lo tradicional y lo moderno, lo satírico y lo grotesco, lo ostentoso y lo paupérrimo, lo glamoroso y lo kitsch, lo terrorífico y lo ominoso, lo exquisito y lo vulgar”.

Ante la creciente demanda de máscaras de madera en Pánuco se han aperturado varios talleres: en la colonia Revolución Mexicana se ubica el de Javier Hernández Cruz, quien desde el 2009 elabora máscaras para la danza de los viejos. “Aprendí este oficio hace como nueve años, que me enseñó un tío que reside en el vecino municipio de Tempoal, Ver., pues es un trabajo de talla en madera completamente a mano, utilizo la madera del pemuche, de cedro o ceiba. Los personajes que más me piden son la bocona y la catrina, pero también me encargan diseños especiales que llegan a ser muy elaborados como la máscara de Depredador”.

Actualmente son los niños y jóvenes los más participativos, las instituciones educativas desde preescolar hasta profesional promueven esta tradición mediante concursos internos y demostraciones públicas en la Plaza “Gral. Desiderio Pavón”, donde cada año las comparsas levantan polvo al ritmo del violín, una manera de recordar y revivir a quienes se han adelantado en el camino.

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