El pastor, responsable de dos refugios en Reynosa, ha perdido la cuenta del número de personas que han albergado
En Reynosa, municipio de la frontera de Tamaulipas, donde se concentra el mayor número de migrantes, hay dos casas que actualmente dan asilo a más de 2 mil 800 personas en proceso de migración, tras de ellas se encuentra el pastor cristiano Héctor Silva.
El hombre de 55 años, originario de la costa chica de Oaxaca, relató a EL SOL DE TAMPICO que todo inició con un sueño que él interpretó como un mensaje de Dios.
“Tuve un sueño donde yo estaba entre dos naciones, estaba un hombre vestido de lino fino, una vestidura muy bella, hermosa y me llamaba por mi nombre; cuando yo miraba hacia atrás lo miraba él, y cuando yo miraba hacia adelante miraba muchas naciones”, dijo.
Recuerda que aunque era un joven de 24 años, logró entender que esas miles de personas divididas por grupos representaban a los países de Centroamérica.
“Como Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, miraba yo millares y brillaba algo hermoso… al lado mío estaba un hombre inmenso pero yo no podía observar su rostro, me decía '¿Viste?'”, agregó.
Lo dejó todo por cumplir su misión
El hombre que es conocido en la frontera de Tamaulipas y en el sur de Estados Unidos como “el hermano” o “el pastor”, dijo que desde los ocho años de edad decidió dejar su natal Oaxaca para migrar, por lo que llegó a Acapulco donde durmió en la calle y fue recogido por el DIF.
Creció y formó una familia con quien vivía en Dallas, aunque algo le dijo que su destino era distinto.
“Yo iba a atender a mi familia en Estados Unidos pero hubo un alto, porque yo creo que aquí era lo que Dios tenía preparado para mí... estaba yo en Dallas y la gente me seguía, los migrantes me seguían”, apuntó.
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Un hombre lo invitó a llevar juguetes para los niños en Reynosa, sitio a donde llegaban migrantes que tenían que dormir en plazas públicas y donde él había estado antes en su trayecto a Estados Unidos.
“Yo por aquí pasé, ahí está una terminal vieja, ahí está un hotel donde yo me quedé, ahí está una cancha donde yo me quedé a dormir. Cuando llegué aquí de retorno, dije ‘Dios mío, yo sé que tú tienes un plan para mí aquí’”, expresó.
A principios del año 2000 un hombre le pidió en Reynosa que junto con cinco migrantes pintaran un edificio, al ver que cumplieron les ofreció otro espacio para que pernoctaran, lo que finalmente se convirtió en el primer refugio.
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“En aquellos entonces los migrantes se resguardaban en la plaza principal, ahí mero en la plaza, ahí dormían, había mucha gente que venía deportada y dormían en las bancas.
Creció la familia migrante pero se alejó de los suyos
El hermano Héctor admite que cumplir con su sueño no fue fácil, ya que decidió dejar a su familia para trabajar por los migrantes de esta frontera.
“Yo tuve que dejar a mi esposa, tuve que dejar a mis hijos pequeñitos, tuve que dejar todo, dejé mi casa, dejé todo, o sea, por acudir a personas desconocidas”, indicó.
Con el apoyo de las personas se abrió el albergue Senda de Vida 1 y recientemente el Senda de Vida 2, donde en conjunto encuentran techo y comida 2 mil 800 personas.
“Pasaron 14 años, mi esposa siguió en Dallas, mis hijos crecieron y mis hijos decían ‘bueno mamá, ¿por qué mi padre te dejó, por que nos dejó?”, expresó.
Pese a lo complicado de la situación, la esposa del pastor llegó a Reynosa para apoyarlo en el sostenimiento de los albergues.
“Entonces, estoy muy agradecido, estoy agradecido de que tengo a mi esposa”, reconoció,
Podrían ser millones los migrantes atendidos
En los más de 20 años que se ha dado asistencia a los migrantes, la contabilidad no ha sido muy precisa, Silva reconoció que tardaron en darse cuenta de la importancia de contar a las personas que pasaron por Senda de Vida.
Aunque el año pasado el Gobierno de los Estados Unidos decidió retirar el título 42, lo que generó la movilización de las personas, se estima una asistencia a 12 mil personas por mes, lo que habla de un número de 144 mil migrantes atendidos en el 2023.
“Aquí nosotros damos de comer, son tres comidas diarias, hay mil 200 personas en el Senda de Vida 1 y en el otro son mil 600, al ratito alguien va a venir a tocar y alguien va a decir ‘oiga pastor, es que traigo alimento para los migrantes, oiga pastor, es que traigo ropa”, afirmó.
Esta ayuda termina por repartirse a todos los que lo necesitan, aunado a que hay cocinas para que los migrantes, que pueden hacerlo, cocinen sus propios alimentos.
“Hay una colonia aquí enfrente de nosotros donde está una ancianita, está una persona que no le alcanza ni para los frijoles y les compartimos”, puntualizó.
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Aunque quizá la gente que ha recibido apoyo por parte de Héctor y su refugio podría superar los millones, el pastor asegura que aún no llega a la cantidad de personas que vio en su sueño,
“Yo miraba millares, no tengo la numeración, te voy a ser honesto, debería tenerla pero yo creo en Dios”, finalizó Héctor Silva, el pastor y cuidador de los migrantes en Reynosa.