Matamoros, Tams., febrero 26 (OEM-Informex). - Los 25 minutos que les dan a los migrantes para despedirse de sus compañeros de campamento no son suficientes para los abrazos, el llanto, las fotografías y el agradecimiento para los que siguen en espera.
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La felicidad no se puede ocultar en la Ciudad Migrante que por casi dos años albergó la espera, desesperación y en ocasiones desesperanza de decenas de personas ante las severas y cerradas políticas migratorias de Donald Trump y hoy ven la esperanza de retomar el sueño.
Por segundo día entre abrazos, besos y fotografías se despiden poco a poco, pasando en contingentes de Matamoros a Brownsville.
Antes del mediodía de este viernes, un niño de nueve años salió del campamento cargando un ventilador; debido a que ya se va a Estados Unidos, por lo que él y su familia están regalando sus pertenencias.
Ese el ambiente que se respira en el asentamiento vecino del río Bravo donde se empiezan a ver espacios vacíos por el retiro de algunas carpas.
Aunque hay impaciencia por parte de aquellos migrantes qué aún no han sido llamados, también está la gente que se abraza y los gritos de “suerte” se escuchan entre las calles improvisadas de este lugar.
"Me acompañan mi esposa y mis niños, pero ya nos vamos porque ya nos llamaron y ya pasaron los 25 minutos para despedirnos", dijo un joven migrante nicaragüense que junto con su esposa vivió una odisea al cruzar el río Bravo con ella embarazada.
Narró que justo en el momento del cruce ella presentó dolores de parto, aunque las autoridades migratorias norteamericanas no le creían.
"El bebé nació allá, pero nos deportaron a todos y ahorita ya nos vamos", dijo mientras se despedía abrazando a sus amigos.
En estos 25 minutos de despedida se resume el sentimiento desde que abandonaron sus hogares, su patria y su familia, así como, para algunos, los casi dos años guardando por una respuesta.
Hoy los niños y los adultos levantan la mano y dicen adiós a los medios que cubren la nota, a las organizaciones que les tendieron la mano y al país que los alojó mientras que las puertas norteamericanas estuvieron cerradas.