Ubicada en la colonia Estación del Ferrocarril de Ébano, San Luis Potosí, la histórica y emblemática Escuela Primaria "Gral. Jacinto Blas Treviño” posee un significado especial para los residentes de esta localidad huasteca.
Se trata de un escenario revolucionario al ser refugio del ejército carrancista en su enfrentamiento contra los constitucionalistas en aquel movimiento que se conoció como la “Batalla de El Ébano”.
La escuela
Al ser un importante escenario de esa época carrancista, en el año 1929 la escuela Jacinto B. Treviño fue fundada en el viejo edificio y remodelada en 1951 con la cooperación del Gobierno del Estado de San Luis Potosí, del Comité Pro Construcción de escuelas de la colonia Estación, Petróleos Mexicanos y de la iniciativa privada.
Actualmente es una escuela del sector público de nivel educativo primaria, turno matutino, tiene 193 alumnos, de los cuales 86 son mujeres y 107 son hombres y cuenta con 8 maestros, siendo director el profesor Gabriel González Hernández.
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Al paso de varias décadas se fue deteriorando el edificio, por lo que nuevamente las administraciones municipales y estatales pasadas construyeron modernas aulas de donde han salido varias generaciones de alumnos y actualmente tienen instalaciones dignas donde reciben sus clases con una mejor calidad educativa.
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El General de Brigada Jacinto B. Treviño
De acuerdo a informes del cronista de la ciudad de Ébano, San Luis Potosí, Gilberto Trujillo, en entrevista para EL SOL DE TAMPICO, el General, Jacinto Blas Treviño González nació en Ciudad Guerrero, Coahuila el 11 de septiembre del año 1833 y falleció el 5 de noviembre de 1971 en la Ciudad de México.
De acuerdo a los datos, el 19 de marzo de 1915 se hizo cargo de la defensa de “El Ébano” el General de Brigada Jacinto B. Treviño, exalumno del Colegio Militar, quien de inmediato ordenó al mayor Fernando Vázquez hacer un reconocimiento de la posición y encontrar los establecimientos para la sección de los cañones de 80 mm, que era la única artillería de la que disponía en ese momento.
El General Treviño González fue egresado del Colegio Militar en la Ciudad de México, fue maderista leal y disciplinado, a la muerte de Madero se une a las fuerzas de Venustiano Carranza Garza, razón por la cual es enviado a “El Ébano”, San Luis Potosí, a relevar en el cargo de responsable de la batalla a Manuel Cristo Lárraga Orta, donde resulta triunfador la noche del 31 de mayo de 1915, derrotando a las razas villistas comandadas por el general duranguense Tomás Urbina Reyes.
Por ello, el Gral. Jacinto Blas Treviño siempre fue reconocido por los habitantes del campamento petrolero, ya que nunca permitió actos indebidos por parte de su tropa en contra de la población civil, razón por la que al paso de unos años y siendo gobernador del estado de San Luis Potosí el General, Saturnino Cedillo Martínez (1927-1931), autoriza a los habitantes de la llamada “Estación” de Ébano, San Luis Potosí, un aula escuela en el año de 1929 con el nombre del general triunfador de la Batalla del Ébano, Jacinto B. Treviño, ceremonia que las efemérides nos dicen estuvo presente el Gral. Jacinto B. Treviño, pero posteriormente al ser remodelada y ampliada por el crecimiento de estudiantes fue inaugurada el 21 de mayo de 1951 por el gobernador del estado de San Luis Potosí, Ismael Salas.
Militar, empresario y político
Jacinto Blas Treviño González fue un militar, empresario y político mexicano que participó en la Revolución Mexicana, se desempeñó como secretario de Guerra y Marina en el año de 1914 durante el gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza. Fue concuño del presidente Adolfo Ruiz Cortines en su primer matrimonio.
Treviño González fue diputado federal a la XXVII Legislatura en 1917, aportó interesantes estudios para la reestructuración del ejército y en 1920 fue de los jefes con mando de fuerzas que apoyaron el Plan de Agua Prieta contra el Gobierno federal. Durante la gestión de Adolfo de la Huerta ocupó el cargo de secretario de Industria, Comercio y Trabajo, y en la de Obregón presidió una comisión revisora de hojas de servicio en la Secretaría de Guerra.
En 1929 secundó la rebelión escobarista, a cuya derrota debió exiliarse en Estados Unidos hasta 1941; se incorpora a la vida pública como asesor del Banco Nacional del Ejército y la Armada en 1947.
Senador en 1952-1958, con sus compañeros del grupo Veteranos de la Revolución impulsó la fundación del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana que encabezaría entre 1954 y 1965. Finalmente, fue director de Puertos Libres Mexicanos de 1964 a 1970.
La batalla
Las unidades constitucionalistas se desplegaron de la siguiente forma: El ala izquierda la cubrían las tropas del General Lárraga; el ala derecha las del Coronel Carlos Osuna; el centro quedó a las órdenes inmediatas del General Jacinto B. Treviño y la reserva a las del Coronel Samuel M. Santos.
El domingo 21 de marzo comenzó el combate con una carga de tropas villistas del General Manuel Chao; la táctica fue la de siempre: cargar violentas de caballería sin ninguna concepción de maniobra al principio para desesperar al enemigo.
Los ataques villistas fracasaron rotundamente, pues no hicieron el más elemental reconocimiento de las posiciones, dado que ignoraban la situación del enemigo; el resultado fue una terrible masacre causada por el fuego de ametralladora; cerca de seiscientos hombres y un gran número de caballos quedaron muertos en el combate.
La artillería villista trató de apoyar la acción de su caballería, pero esta fue neutralizada por el fuego de una pieza del mayor Vázquez.
El ataque se suspendió al atardecer, pero en la noche llegó otra sección de cañones de 80 mm de refuerzo, así como un batallón de infantería que ocupó Pánuco, reforzando la posición defensiva. Los ataques continuaron los días subsiguientes, con iguales resultados: el fracaso de los villistas.
El miércoles 24 se incorporó el Coronel de artillería Manuel García Vigil, también exalumno del Colegio Militar, con dos baterías de cañones de 80 mm, Sistema Mondragón –ocho piezas-, con lo que el efectivo de esa arma se elevó a doce piezas, las que fueron de mucha utilidad para los defensores.
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El mismo día 24 el General Treviño ordenó un ataque a las posiciones villistas, apoyado por su artillería; asimismo, el envío de una góndola cargada de dinamita logró destruir unas obras de fortificación que habían empezado a construir los villistas; por último por la tarde de ese mismo día se incorporó el General Pedro C. Colorado, con seiscientos soldados. Poco a poco el efectivo de los defensores aumentaba, pues Venustiano Carranza se había dado cuenta de la importancia de la posición. Finalmente, el 31 de mayo de 1915, después de 72 días de combate, el general Jacinto B. Treviño ordenó el asalto final a las posiciones villistas, quienes en completo desorden evacuaron El Ébano en sus trenes, dejando numerosas municiones, cañones y heridos.
Un mes antes, Villa había ordenado que salieran numerosas tropas acantonadas en el sur de Tamaulipas para reforzar a su ejército que combatiría en el Bajío mexicano, por lo que cuando se dio el ataque final las tropas de Urbina estaban ya muy mermadas anímica y moralmente, pues ya era sabido que el Centauro del Norte había sido derrotado a principios de abril en la famosa Batalla de Celaya.