El conflicto bélico de la Segunda Guerra Mundial entre los aliados y las potencias del Eje, desarrollado entre 1939 y 1945, mantuvo en zozobra a los habitantes del sur de Tamaulipas y norte de Veracruz, principalmente Ciudad Madero y Mata Redonda al ser las refinerías asentadas en esos sitios posibles blancos de bombardeos.
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El día 13 de mayo de 1942, un submarino alemán torpedeó y hundió el buque petrolero mexicano Potrero del Llano, a pesar de que este navegaba sobre aguas internacionales y había sido plenamente identificado, el saldo fue de varias víctimas que tripulaban esta embarcación.
Este hecho dio paso a que el gobierno mexicano enviara una enérgica protesta ante este ataque consumado a mansalva. Se había violado el derecho internacional y las reglas relativas a la acción de los submarinos con respecto a los buques mercantes en tiempos de guerra.
Los gobiernos de Alemania, Italia y Japón se negaron a recibir la protesta que elevaba el gobierno mexicano; hasta ese momento México se había mantenido al margen de los acontecimientos, tratando de proteger su soberanía, pero el artero ataque al petrolero mexicano lo obligaría a romper su neutralidad y días más tarde declararía el estado de guerra contra las potencias del Eje.
“Recordemos que México tenía el pacto de no agresión y de no intervenir, pero recordemos que en esa época ya estaban instaladas la refinería Francisco I. Madero, la de Árbol Grande y la de Mata Redonda, en estas refinerías se abastecían los barcos que transportaban petróleo a las fuerzas contrarias”, expresa la cronista de Ciudad Madero, Carolina Infante Pacheco. Alemania ya había lanzado advertencias para que México se abstuviera de seguir llevando petróleo a las tropas contrarias, dando como resultado el bombardeo del Potrero del Llano, continuando con otra acción de ataque con el hundimiento del buque Faja de Oro.
“Ante este ataque México tuvo que intervenir y siendo presidente Manuel Ávila Camacho, dictamina tener una base militar en el Pacifico y pone a cargo al general Lázaro Cárdenas, con esta ofensiva México interviene en esta guerra y es cuando manda al grupo Escuadrón 201 que eran aviones dirigidos por mexicanos que dan contraataque”, señala.
LAS NOCHES EN PENUMBRAS
Cuando los nazis advierten esa ofensiva, se creía que los submarinos iban a atacar precisamente las refinerías para evitar el transporte del petróleo, “entonces, todas las refinerías, la sociedad civil, los transportistas, todas las instituciones y las industrias optaron en la noche apagar todas las luces para no ser franco de tiro y de ataque”, refirió la cronista.
Mencionó que el encargado de vigilar que esta petición se cumpliera fue el capitán Eduardo Bacerott, un piloto aviador que sobrevolaba la zona en una avioneta.
“En su avioneta llamada el Cuervo Tamaulipeco hacía los vuelos para supervisar que toda la población acatara al sonido, porque pitaban las refinerías era la señal de que todo mundo tenía que apagar las luces e inclusive pintaban las ventanas de negro para que no vieran ninguna luz”, expresó.
Infante Pacheco mencionó que se tuvo que adaptar la pista para que pudiera aterrizar la aeronave “adaptaron lo que es la avioneta con unos proyectores y la pista la hicieron con mechas a la orilla de la playa para que pudiera aterrizar”.
En el municipio petrolero se localiza el Monumento a los Marinos Caídos, justamente en la plazoleta de entrada a las escolleras de playa Miramar, donde se rinde honor a los marinos caídos cuando sus buques o cargueros fueron alcanzados por misiles enemigos en el Golfo de México, durante los días aciagos de la Segunda Guerra Mundial.