Permítenos una licencia de la imaginación. Siente la arena y el mar en tus pies. Es el último viernes de clases, previo a las vacaciones de Semana Santa. El ambiente está impregnado de música y bochorno. La gran mayoría de los asistentes se divierte, es el día del Playazo. ¿Cómo se vivía la reunión multitudinaria en playa Miramar de Ciudad Madero?
Nuestra historia comienza el viernes 18 de marzo de 1978, en las páginas de EL SOL DE TAMPICO, pero no tiene un carácter alegre. Una de las primeras referencias que se tienen de estudiantes conviviendo en el litoral del sur de Tamaulipas, el último viernes antes de la temporada de asueto, culminó con la muerte de uno de ellos.
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Su nombre era Santiago y tenía 23 años
El día viernes 17 de marzo, esta casa editora informaba que un joven de 23 años, de nombre Santiago, alumno de tercer año de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, perdió la vida en la playa tras recibir un disparo al corazón.
En su momento se especuló que el grupo de amigos de Santiago, tres jóvenes de entre 20 a 26 años de edad, se vieron envueltos en una discusión con cinco desconocidos, quienes se encontraban en un estado alterado de conciencia. Uno de ellos portaba una pistola calibre 22, la cual se consideró el arma del crimen.
No sería el único accidente que se reportaría en la ribera. El mar en ocasiones es peligroso y existen episodios de muerte por ahogamiento durante el periodo de Semana Santa, enumerados en varios ejemplares de esta organización, durante la época de los ochenta, noventa y dos mil.
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Sin embargo, en el 2005, 2006 y 2007, considerado para un amplio sector de la ciudadanía como los años de mayor auge del “Playazo”, la oficina de Protección Civil de Ciudad Madero determinó “Saldo blanco”.
El derecho a la diversión con un fuerte operativo de seguridad
Acorde al ejemplar del sábado 31 de marzo del 2007, el Playazo de ese año tuvo una asistencia aproximada de 55 mil asistentes, con cerca de 10 mil 500 vehículos estacionados en las inmediaciones de la costa, pero nadie salió herido de gravedad.
Las avenidas Tamaulipas, Álvaro Obregón y Santa Cecilia eran controladas por la oficina de Tránsito Municipal. A las diez de la mañana del viernes 30 de marzo de 2007, había casi 22 mil personas en Miramar. Algunas de ellas habían decidido dormir en el lugar, otras llegaban en grupo, provistos con hieleras y comida.
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En esa ocasión se montó un operativo de seguridad donde participaron casi 300 elementos de diversas instituciones como: Policía Metropolitana, Policía Especial de Tamaulipas (PET), Secretaría de Marina Armada de México, Policía Ministerial del Estado (PME), Bomberos, Cruz Roja, Pemex y la Procuraduría General de la República. Estas dos últimas instancias proporcionaron dos helicópteros para sobrevolar la zona.
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La Secretaría de Salud instaló alrededor del perímetro cuatro centros de atención médica, contando con ambulancias para el traslado oportuno de los pacientes en caso de ser necesario. Lo que más se temía eran episodios de intoxicación etílica.
Entre las bebidas más populares a consumir se encontraban cerveza, ron, brandy, whisky y tequila, además de refrescos y agua mineral.
Algunos asistentes optaban por bailar en alguno de los escenarios instalados por cadenas de radio y televisión en el lugar, otros preferían permanecer recostados en las palapas o sentados en la arena viendo el sol caer.
Llegamos al final de nuestra historia
En la actualidad se comenta que el tiempo y las circunstancias provocaron el lento, pero progresivo declive del evento.
Quizás el “Playazo” podría cobrar realce de nuevo si se recuerda cuál fue su punto de inicio: la plantilla de estudiantes de la zona conurbada de Tampico escapando al mar para celebrar las vacaciones. Cambiar por un día el aula de clases por una brisa salada.
Con información de Valentina Vázquez Rincón