La falta de agua se ha tornado en un serio problema para habitantes de la zona rural, los ganaderos y productores agrícolas, quienes han descartado los pozos para abastecer del vital líquido debido al costo de inversión que representa construir uno y el riesgo que se seque o se torne salobre e inservible.
La sequía se ha convertido en un fenómeno que llegó para quedarse, las lluvias que se presentan resultan insuficientes para abastecer de agua a la población en sus necesidades en el hogar, y para los productores del campo, sea para abrevar ganado o para el riesgo de los cultivos.
León Almazán Zavala, Comisario del ejido Benito Juárez y presidente del Comité de la Vieja Guardia Agrarista, dejó en claro que los pozos ya no son una opción para el campo y sus habitantes, la construcción de los mismos ha quedado descartada porque las sequías acabaron con los veneros, lo que no es garantía de contar con agua al construir un pozo.
La sequía que se agudiza año con año, las lluvias escasean, han perdido sus períodos tradicionales, lo que ha provocado que los mantos freáticos se hayan visto alterados y el agua de los mismos ya no es suficiente para abastecer un pozo.
Pozos secos o salobres
En la actualidad excavar un pozo es un elevado riesgo de no encontrar agua, encontrar un venero que en pocos días se seque, o que el pozo logre producir agua y que a los pocos días ésta se torne salobre haciendo inservible esa obra, por lo que ya nadie quiere invertir en la excavación de un pozo.
León Almazán es un pequeño productor ganadero e indicó que hace tres décadas era suficiente hacer una excavación de 5 metros de profundidad para encontrar agua abundante en las diversas áreas de la zona rural, lo cual ha cambiado drásticamente los últimos 15 años en los que la sequía ha causado serios estragos.
Un pozo requiere una inversión de por lo menos 80 mil pesos
“Mira, ahora en estos tiempos excavar un pozo requiere de una profundidad de por los menos 10 metros y sin garantía de lograr veneros generosos, aunque en este tipo de pozos la inversión es menor, mínimo se requiere gastar cuando menos unos 80 mil pesos, que nadie o muy pocos tienen para aplicarlos, lo que no garantiza que encontrarán un buen venero o que se secará, o se tornará salobre”, dijo.
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Recordó que las lluvias consistentes son el gran ausente desde hace más de cinco años, la captación de los mantos acuíferos es nula, al no ser suficientes las precipitaciones, lo que ha provocado que la excavación de pozos para buscar agua en el subsuelo ya no sea una alternativa para los habitantes del área rural.
Sobre los pozos llamados perforados, dijo que estos enfrentan la misma situación, pueden resultar menos costosos, entre los 6 mil a los 15 mil pesos, pero eso dependerá de la profundidad a la que se haga, que tampoco son garantía que abastecerán agua.
Sin alternativas recurren a la fe
Recordó que años atrás sólo requerían de cavar un pequeño pozo a la orilla del río Pánuco para obtener agua para el ganado, los cultivos y para el hogar, pero eso ya no es posible, la cuña de agua salada ha logrado adentrarse a este afluente, haciendo imposible usar el agua del mismo, al igual que los pozos que se tornan salobres.
Por ello, ante la falta de lluvias, los pozos que se secan se tornan salobres, las presas y ollas de agua con mínimos niveles, sin pronóstico de lluvias copiosas que se presenten puntualmente en sus temporadas, los habitantes recurren a la fe, elevan oraciones para que Dios mande las precipitaciones, que lleguen copiosas, que llenen pozos, presas, ollas de agua, que generen la humedad suficiente para avivar los mantos freáticos.
Los pozos que han llegado a construir los campesinos, ya no los ademan, consideran un gasto innecesario hacerlo por el riesgo que el pozo se seque o se convierta salobre e inservible.
Ciclos de siembra perdidos
La falta de agua ha provocado que los productores agrícolas registren pérdidas de las siembras que tradicionalmente cultivaban, fenómeno que se agudizó a partir del año 2017, dijo León Almazán.
En estos últimos 6 años los campesinos de esta parte del norte veracruzano han perdido 9 ciclos de siembra, ya que muchos decidieron desistir de esta actividad por la falta de lluvias, por tratarse de cultivos de temporada que dependen exclusivamente de los períodos de lluvias.
En la mayoría de los ejidos se sembraba un promedio de 10 hectáreas, actualmente son menos de cinco, cuando antes se cultivaban de 50 a 60 hectáreas de maíz y de frijol.
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Dijo que las pequeñas superficies que se logran sembrar no se cosechan en su totalidad, porque la mayor parte de la planta se pierde por la falta de humedad debido a la sequía que prevalece, por lo que el poco grano que se logra obtener se utiliza para el autoconsumo de las familias.
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De continuar las sequías y cómo se han presentado en los últimos 5 años, la siembra de temporal desaparecerá, los campesinos tendrán que buscar otras estrategias como el cultivo de riego, en el cual se requiere de invertir recursos que no tienen por la crisis que han vivido en los últimos años, pero además por no tener agua, ni de donde sacarla.