Desde hace más de mil años, los viajeros que llegaban a la zona por los ríos veían chapotear a los perros de agua en el islote al que más tarde llamarían Tampico. Entre las lagunas, las lomas y la vegetación tropical se fueron asentando poblados, de los cuales milenios después apenas sabemos cómo vivían, pero no quienes eran.
Será a finales del siglo XIX y principios del XX cuando arqueólogos descubrirán las pirámides de Tampico, la mayor parte de ellas sobre márgenes del sistema lagunario y reveladas cuando se hacían obras de urbanización, quedando al descubierto que la ciudad se encuentra entre los puntos del mundo donde civilizaciones antiguas se comunicaban con el universo y que antes de que Hernán Cortés llegara, ya habían sido abandonados.
PIRÁMIDE DE LAS FLORES
El sitio arqueológico que más sobresale es la Pirámide de Las Flores, que tuvo una coloración blanca, conforma cónica, no rectangular y que mide seis metros de altura por 36 diámetro, con evidencias de 26 pisos de estuco y seis subestructuras en su interior, cada una recubierta por un aplanado o estuco de cal y arena. Así como 11 escalinatas, al pie de las cuales se han descubierto intrigantes entierros humanos.
Gustavo Ramírez Castilla, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que ha realizado un estudio amplio de este sitio prehispánico, señala que cuando Hernán Cortés, en 1522, emprendió la conquista de la huasteca, el poblado de Las Flores ya había sido abandonado y quedó ocultó entre la selva tropical durante 400 años, hasta mitad del siglo XIX.
Esta parte de Tampico, ubicada a cuatro kilómetros hacia el noroeste del centro de la ciudad, en los años de 1920 era conocida como el rancho del señor Külke y dentro se ubicaba “el pueblo antiguo”, el cual es descubierto en medio de la urbanización que se hizo durante la época del auge del petróleo, siendo destruido los 22 montículos que lo conformaban, para solo conservar la única pirámide que se conoce.
ESQUELETOS Y MISTERIOS POR DEVELAR
Dentro fue encontrada la sepultura de un niño en un hueco de la alfarda, con las piernas flexionadas sobre el cuerpo y la cabeza sobre el pecho. Así como a 1.30 metros de profundidad, al pie de la escalinata, se localizaron dos esqueletos de una pareja con un brazo entrecruzado, al parecer de la élite antigua del asentamiento y uno más de otra pareja con una punta de lanza en la columna vertebral del varón.
Un hecho que atrae la atención de los investigadores fue el encontrar una punta de pedernal negro en el área del abdomen del varón, surgiendo la hipótesis de pudo morir en combate con algún grupo del norte de Tamaulipas o que pudieron llegar en un intercambio, pues esta arma corresponde a una antigüedad de tres mil 600 años antes de Las Flores.
Además, también de acuerdo con el especialista, fueron encontrados pictogramas en un piso, que aún no se sabe lo que significan y que según el investigador pudieran representar un oráculo para rituales de predicciones o de acontecimientos que aún se desconocen.
HACE 30 AÑOS SE HABILITÓ AL PÚBLICO
Será hasta 1991 cuando el Municipio, después de la devastación que sufrió el sitio desde la década de 1950 y hasta los años de 1970, ordena una rehabilitación del sitio y se crean las instalaciones con las que hoy se conocen, de este modo el último vestigio huasteco queda confinado en un pequeño espacio que durante muchos años se utilizó como basurero municipal.
Al igual que otros sitios arqueológicos, como las ubicados en Tancol, la Isla de la Pitahaya y en Tierra Alta en Tampico o en Lomas del Real y Palmas Altas en Altamira; la Pirámide de Las Flores permanece como un llamado milenario a conocer nuestro pasado y descubrir la magia de la huasteca, a la que nunca llegó la conquista y que fue habitada por una civilización que nos dejó más preguntas que respuestas.
