Por cada pescador autorizado existen por lo menos cinco o seis furtivos, situación que ha derivado en una sobreexplotación de los cuerpos de agua en el sistema lagunario del Río Tamesí, donde diversas especies ya han desaparecido.
Económicamente hablando esta situación afecta a varios sectores, desde quien los captura, los comercializa y hasta el que los distribuye, por lo que es urgente que se haga una reestructuración en los esquemas de vigilancia por parte de las autoridades federales.
Señaló lo anterior Alberto Marín, dirigente de La Unión de Comerciantes de Pescados y Mariscos del Río Tamesí en Altamira, comentando que la pesca furtiva ha ido creciendo en los últimos años, provocando que la captura llegue ya a niveles mínimos y se tenga que traer los productos marinos de otras regiones.
Las vedas son por momentos efectivas, pues existen pescadores que no las respetan e interrumpen la reproducción natural de las especies, ya sea capturándolas antes del tamaño debido para su comercialización o matándolas cuando son crías, destruyendo el ciclo natural de muchas de las especies nativas de esta zona.
Lo que nos han dicho las autoridades es que no tienen suficiente personal para hacer la vigilancia, esto implica que siempre existan pescas furtivas a pesar de que las especies estén en la veda natural, creando ya a la fecha la desaparición de por lo menos 6 especies que eran de la zona.
Añade que hay temporadas, como en la actual, que la captura cae hasta en un 85% en especies como la tilapia, el bagre, la carpa y la lisa, que son las que más consume la población, mientras que otras como el catán, el bobo, el robalo, la carpa, huachinango, entre otros, han desaparecido ya definitivamente, por esta situación se requiere la intervención de las autoridades como la Semarnat para evitar que se siga con la sobreexplotación del sistema lagunario en Altamira, que aporta diversas actividades económicas para una amplia región.