El arte del tatuaje no solo implica tinta, diseños impactantes y mucho estilo. También tiene su dosis de melodrama. Ramone tiene muy presente a una pareja de novios que acudió a tatuarse una corona con el nombre del otro.
Al poco tiempo terminan la relación. Ella se cubre el tatuaje. Pasan los meses. Regresan. Ella se tatúa, de nuevo, el nombre de él.
La cobertura de tatuajes es una práctica recurrente en el oficio, dice Ramone Van Wilder, del estudio Nueva Sangre. En el mes y medio que va de este 2022 ha realizado, al menos, tres trabajos donde el cliente busca ocultar un tatuaje previo de un nombre o rostro de alguna expareja sentimental.
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“Siempre es una decisión del cliente, pero cuando me piden que les ponga un tatuaje así, les pregunto que si están seguros, que si ya lo pensaron bien; pero yo en lo personal siempre les aconsejo: no lo hagan, chavos”.
El tatuador, con más de cinco años de experiencia, afirma que las alternativas para desaparecer un tatuaje implican una doble inversión.
“Te vas a tatuar, y al cabo de un par de meses cortas con la persona con la que andas, ahí vas a tener por mientras la marca, y vas a gastar doble, en hacer y después quitarlo, y para eso debes buscar un tatuador o una clínica especializada".
En entrevista para EL SOL DE TAMPICO, Ramone señala que llevar el nombre o la cara en la piel de “la otra mitad” puede costar de 500 a mil 300 pesos.
Por otra parte el camuflar un tatuaje, dependiendo de la complejidad y si se usa más de una tinta, puede llegar a costar entre 800 y mil 500 pesos. Mientras que un procedimiento de eliminación con cirugía láser puede rondar entre los 2 mil y 10 mil pesos.
LAS MUJERES, MÁS DECIDIDAS A TATUARSE
Las personas que se hacen este tipo de tatuajes, dice Ramone, quieren demostrar lealtad, que están enamorados. Pero cuando se trata de marcar la piel, las mujeres son las más decididas.
“Las mujeres son las que más se hacen [tatuajes], el hombre es un poco más renuente a esto, siempre dice: 'más adelante me lo hago’, o ‘bueno, no tu nombre pero tu inicial o algo así’, se van por algo más discreto, no tan marcado”, comenta.
Las edades de las chicas son entre los 20 y 30 años y por lo general piden hacerse nombres, ya que no son tan elaborados “y no son tan costosos”.
Y aunque afirma que este tipo de tatuajes son comunes, el caso mediático del músico Lupillo Rivera, quien se tatuó el rostro de la cantante Belinda, elevó la cantidad de citas para “rayarse” a la media naranja.
“Sí hubo muchas chicas que traían a sus novios o parejas y decían 'órale, como la Beli'. La gente se engancha y sí ayuda para el negocio”.
QUITAR EL TATUAJE DUELE MÁS QUE PONÉRSELO
Ramone explica que el proceso más efectivo para eliminar un tatuaje es el procedimiento con láser Q-Switched, que opera mediante pulsaciones disparadas en nanosegundos que van removiendo la tinta y es el menos agresivo para la piel, ya que no deja marcas.
En el caso de un “cover up”, algo de lo poco que se dice es que duele más cubrirse que hacerse un tatuaje. “El tatuaje es una cicatriz; la piel está sensibilizada. Si tú le vuelves a meter la aguja, pues te va a doler un poquito más; hay que estar conscientes de eso”.
Remarca que para este tipo de trabajos hay que acudir con alguien especializado en hacer coberturas. “No todos los tatuadores están familiarizados o tienen esa habilidad”.
Pero un error todos lo cometen. Y para consuelo de quien tiene un “recuerdo” que desea remover de su cuerpo, Ramone afirma que en casi todos los tatuajes se pueden hacer coberturas y, al final, tener un diseño quizá hasta más interesante que el original.
“Los más difíciles obviamente son los que tienen más cantidad de tinta. No es imposible, pero tienes que tener la imaginación para poder agarrar esa pieza que se va a cubrir y convertirla en una totalmente nueva. Jugar con el diseño del anterior a manera de que el mismo diseño te ayude a acompañar al nuevo.
“Encuentro de todo en mi trabajo -dice Ramone-, luego me toca aventarme esos chismes de rupturas, pero me gusta lo que hago y trato de hacerlo bien”.