Nuestros Lectores, Rubén González Lira

Victor Alva

  · martes 14 de noviembre de 2017

Su característico y estentóreo grito de ¡El Sol, Sol! loidentifica a cuando menos una cuadra de distancia, y es que durantelos últimos cuarenta años las calles de la zona centro han sidomudos testigos de su largo caminar mientras oferta los ejemplaresde esta Casa Editora, que este 23 de noviembre cumplirá 67 añosde actividad y consolidación de liderazgo.

Se trata de don Rubén González Lira, quien a su paso por lascalles del primer cuadro de la ciudad es saludado por su nombre porcuántos le conocen y a quienes desde hace tiempo les entrega sinfalta los ejemplares de El Sol de Tampico.

Pese a sus problemas para caminar, diariamente sale a trabajar,pues dice que eso no es impedimento, que hay que salir adelante porél y por su familia. Por ello desde hace cuarenta años se dedicaa vocear El Sol de Tampico y explica que gracias a su dedicacióny, sobre todo al respeto por sus clientes, ha logrado hacer unacartera de ellos al grado de que tiene sus entregos diarios.

Su día inicia desde antes que el astro rey despunte en elhorizonte, a las 04:30 ya enfila camino hacia la zona centro de laciudad para dirigirse a esta casa editora todos los días, desde lacolonia Natividad Garza Leal, donde vive, esfuerzo que hace tansólo para recoger su pedido y partir emitiendo su característicogrito: ¡El Sol, Sol!

Don Rubén, quien cuenta con 58 años de edad, nos explica quefue a través de un familiar, que ofertaba ejemplares, como tuvo suprimer contacto con El Sol de Tampico, por lo que decidió probarsuerte y de ahí para adelante encomendándose a Dios siempre.

“Él fue quien me enseñó a vender, a mover el periódico,Federico Rojas me echó la mano, mi ruta es aquí en el centro,antes estaba allá en la esquina de Díaz Mirón y Olmos pero elseñor Arcelus me echó la mano para ubicarme aquí en lasbancas”, señala González.

En su largo ir y venir ha hecho amistades que valora, hacaminado por las calles de la zona centro, que lo han visto caer ylevantarse y a su vez ha sido testigo de la transformación de laciudad.

Nos confiesa: “De mi trabajo como voceador de periódicos enestas décadas, dependen mi madre y una hermana a las que mantengo,yo trabajo todos los días con lluvia y sin lluvia, con calor ofrío, y así seguiré siempre, ofertando ¡El Sol, Sol!

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