/ miércoles 16 de agosto de 2017

Mitigan la sed y la padecen

“Como el caballo del aguador, cargando el agua y sedientos”,reza conocido dicho popular, el cual refleja fielmente lasituación de decenas de personas que al rayo del sol y enfrentandotemperaturas inclementes ofrecen toda clase de refrescantesproductos. En cruceros, banquetas, bulevares, zona de playa yprácticamente en toda la zona sur de Tamaulipas se pueden observarestos aguadores, jugueros o vendedores de heladitos que hanencontrado en el calor la posibilidad de llevar un ingreso a susfamilias. Aguas de jobo, tamarindo, jamaica, hielitos, yukis,raspas, juanchitos, refrescos, jugos, fruta, cocos y una granvariedad de frescos productos se encuentra en la carta ambulante delos aguateros de la región. Alzando la mano llaman la atención delos automovilistas y peatones, quienes agobiados por el solcanicular hacen la compra rápida para menguar la resequedad deboca y garganta, reflejo de la deshidratación.


AVANZA COMO “RAYO”


Empujando su carrito de fruta y aguas frescas avanza don JoséSantos Peña Padrón, mejor conocido como “El Rayo”, quien losúltimos 35 años de su vida los ha dedicado a esta labor.

Vive en la colonia Sahop, en el municipio de Ciudad Madero, dedonde todos los días se traslada, ida y vuelta, caminando hastala playa de Miramar, en un recorrido estimado de veintekilómetros, sin que importe el día o las condiciones del clima.“El trabajo empieza desde las 10 de la mañana, al preparar elcarretón y concluye hasta las 9 de la noche” dice el hombre queen su cuerpo se nota el esfuerzo y la quema diaria de caloríasproducto de su pesado trabajo. Pese a su fortaleza resiente lascondiciones adversas del clima, “nos está afectando mucho latemperatura porque están muy altas, y el golpe de calor es muyfuerte”. Recientemente “El Rayó” enfermó, “fui al médicopara que me recetaran, ya que tuve calambres en el cuerpo y me dijoque era por falta de agua, deshidratación y caminatas diarias”.Una esposa y tres hijos dependen de él, por lo que aprovechantemporadas de verano como la actual para vender un poco más ycompensar la época de “vacas flacas”. “Esa es nuestra labor,refrescar a la gente mientras andamos en el sol, así es mitrabajo, mitigar la sed de la gente con una fruta y agua decoco”, dice José Santos, mientras retoma su andar por el bulevarcostero.

EN EL 20 DE ALTAMIRA


¿Quién no ha disfrutado una de esas deliciosas aguas que sevenden en el transitado crucero conocido como “El 20”?, ahí enla carretera Tampico-Mante y la avenida Laguna de Champayán, en elacceso al exclusivo conjunto residencial Miralta, en el municipiode Altamira.

En ese sitio se encuentra Roberto Bautista, quien todos los díasdesarrolla su jornada de sol a sol, empezando en la mañana conventa de periódico y apenas aumenta el calor saca las botellas deagua. Las hay de jamaica, tamarindo y la inconfundible huapilla, esapoyado por algunos familiares que se han sumado a estas jornadasdonde obtienen los ingresos para el sustento diario. “No siemprevendemos, cuando está el calor es cuando más se vende”, dice elhombre que también ha sido víctima de la falta de agua, “uno seanda desmayando de calor, pero hay que trabajar”. Entre lostráileres, autobuses y carros particulares avanza con las botellasen la mano, algunas aún congeladas y sudando por el choque delfrío líquido con el intenso calor ambiente.

DE OAXACA A TAMPICO


El paso de autos es constante en la avenida Miguel Hidalgo y sucruce con Ayuntamiento, en la colonia Volantín de Tampico, dondeel oaxaqueño Jorge Luis Peña López ofrece todas las mañanas susrefrescantes jugos de naranja y toronja.

“Por el sol nos está yendo regular”, dice el hombre queempiezan su jornada desde las seis de la mañana y en un buen díala termina cerca del mediodía. Es de Oaxaca, y su tono distinto alos tampiqueños lo delata, pero asegura que llegó hace ya 17años a esta zona sur de Tamaulipas, donde ha buscado la manera desalir adelante. Al norte, en la carretera Tampico-Mante y Marquésde Guadalupe, frente al Club de Leones hay otro punto de venta, esatendido por una sonriente mujer que todas las mañanas se acerca alos autos detenidos en el semáforo para ofrecer sus productos.

YUKIS Y JUANCHOS PARA LA BANDA


Los productos fríos o congelados han ido tomando diversosnombres, dependiendo del mercado al que se dirijan, modas o inclusola creatividad de sus vendedores.

Por ejemplo, en playa las raspas o raspados se llaman “Yukis”,nombre que se les da en Nuevo León, debido a que los compradoresen temporada vacacional son mayormente de la Sultana del Norte. Loshay de sabores como fresa, vainilla, tamarindo, limón, piña, moraazul, chamoy, con leche o sólo con refresco, “es en base a lacreatividad de cada quien”, dice la señora María Covarrubias,quien desde hace 15 años vende yukis en la costa maderense.Mientras que los heladitos de sabores en algunas zonas se conocencomo “juanchos” en referencia a los cocodrilos que habitan enlagunas de esta región del puerto.

UN TRABAJO DE RIESGO


Las autoridades de Salud han alertado sobre los peligros queconllevan estas actividades al aire libre, bajo los rayos del sol,de manera reiterada y en horas de mayor calor. El Dr. FranciscoCastañeda Cruz, aseguró que “son propensos al golpe de calor,hay que recordar que es un aumento brusco de la temperaturacorporal pasando de niveles normales de 36.5 grados a 40”. Ahíentra en riesgo ante la posibilidad de llegar a un colapsocardióvascular, haciendo más evidente en personas de la terceraedad, con problemas de diabetes o hipertensión. Y la mayoríasobrepasan los 50 años, al ser su única posibilidad de ingresos,“a más edad son más propensos padecer el calor originado porrayos solares como riesgo de golpe de calor, deshidratación odesequilibrio en sus condiciones de patologías de fondo”,alertó el médico. Dermatitis solar o incluso cáncer, calambres yojos rojos se suman a los padecimientos, por lo que recomendó evitar labores entre las 11 y 16 horas, lo que para estoscomerciantes es prácticamente imposible. A esta lista se suman losque venden heladitos en los autobuses, el carretonero de lasnieves, quienes venden sabalitos, cocos en la avenida Tamaulipas,Bonice, hielo casa por casa, los que recargan los garrafones,convirtiendo el digno oficio de aguador en un trabajo de granesfuerzo. Son hombres y mujeres que se esfuerzan por llevar el pany la sal a casa, la mayoría sobrepasan los 50 años y ven en lascalles, el calor o la sed la posibilidad de un trabajo, aunque enello se arriesgue incluso su salud.

“Como el caballo del aguador, cargando el agua y sedientos”,reza conocido dicho popular, el cual refleja fielmente lasituación de decenas de personas que al rayo del sol y enfrentandotemperaturas inclementes ofrecen toda clase de refrescantesproductos. En cruceros, banquetas, bulevares, zona de playa yprácticamente en toda la zona sur de Tamaulipas se pueden observarestos aguadores, jugueros o vendedores de heladitos que hanencontrado en el calor la posibilidad de llevar un ingreso a susfamilias. Aguas de jobo, tamarindo, jamaica, hielitos, yukis,raspas, juanchitos, refrescos, jugos, fruta, cocos y una granvariedad de frescos productos se encuentra en la carta ambulante delos aguateros de la región. Alzando la mano llaman la atención delos automovilistas y peatones, quienes agobiados por el solcanicular hacen la compra rápida para menguar la resequedad deboca y garganta, reflejo de la deshidratación.


AVANZA COMO “RAYO”


Empujando su carrito de fruta y aguas frescas avanza don JoséSantos Peña Padrón, mejor conocido como “El Rayo”, quien losúltimos 35 años de su vida los ha dedicado a esta labor.

Vive en la colonia Sahop, en el municipio de Ciudad Madero, dedonde todos los días se traslada, ida y vuelta, caminando hastala playa de Miramar, en un recorrido estimado de veintekilómetros, sin que importe el día o las condiciones del clima.“El trabajo empieza desde las 10 de la mañana, al preparar elcarretón y concluye hasta las 9 de la noche” dice el hombre queen su cuerpo se nota el esfuerzo y la quema diaria de caloríasproducto de su pesado trabajo. Pese a su fortaleza resiente lascondiciones adversas del clima, “nos está afectando mucho latemperatura porque están muy altas, y el golpe de calor es muyfuerte”. Recientemente “El Rayó” enfermó, “fui al médicopara que me recetaran, ya que tuve calambres en el cuerpo y me dijoque era por falta de agua, deshidratación y caminatas diarias”.Una esposa y tres hijos dependen de él, por lo que aprovechantemporadas de verano como la actual para vender un poco más ycompensar la época de “vacas flacas”. “Esa es nuestra labor,refrescar a la gente mientras andamos en el sol, así es mitrabajo, mitigar la sed de la gente con una fruta y agua decoco”, dice José Santos, mientras retoma su andar por el bulevarcostero.

EN EL 20 DE ALTAMIRA


¿Quién no ha disfrutado una de esas deliciosas aguas que sevenden en el transitado crucero conocido como “El 20”?, ahí enla carretera Tampico-Mante y la avenida Laguna de Champayán, en elacceso al exclusivo conjunto residencial Miralta, en el municipiode Altamira.

En ese sitio se encuentra Roberto Bautista, quien todos los díasdesarrolla su jornada de sol a sol, empezando en la mañana conventa de periódico y apenas aumenta el calor saca las botellas deagua. Las hay de jamaica, tamarindo y la inconfundible huapilla, esapoyado por algunos familiares que se han sumado a estas jornadasdonde obtienen los ingresos para el sustento diario. “No siemprevendemos, cuando está el calor es cuando más se vende”, dice elhombre que también ha sido víctima de la falta de agua, “uno seanda desmayando de calor, pero hay que trabajar”. Entre lostráileres, autobuses y carros particulares avanza con las botellasen la mano, algunas aún congeladas y sudando por el choque delfrío líquido con el intenso calor ambiente.

DE OAXACA A TAMPICO


El paso de autos es constante en la avenida Miguel Hidalgo y sucruce con Ayuntamiento, en la colonia Volantín de Tampico, dondeel oaxaqueño Jorge Luis Peña López ofrece todas las mañanas susrefrescantes jugos de naranja y toronja.

“Por el sol nos está yendo regular”, dice el hombre queempiezan su jornada desde las seis de la mañana y en un buen díala termina cerca del mediodía. Es de Oaxaca, y su tono distinto alos tampiqueños lo delata, pero asegura que llegó hace ya 17años a esta zona sur de Tamaulipas, donde ha buscado la manera desalir adelante. Al norte, en la carretera Tampico-Mante y Marquésde Guadalupe, frente al Club de Leones hay otro punto de venta, esatendido por una sonriente mujer que todas las mañanas se acerca alos autos detenidos en el semáforo para ofrecer sus productos.

YUKIS Y JUANCHOS PARA LA BANDA


Los productos fríos o congelados han ido tomando diversosnombres, dependiendo del mercado al que se dirijan, modas o inclusola creatividad de sus vendedores.

Por ejemplo, en playa las raspas o raspados se llaman “Yukis”,nombre que se les da en Nuevo León, debido a que los compradoresen temporada vacacional son mayormente de la Sultana del Norte. Loshay de sabores como fresa, vainilla, tamarindo, limón, piña, moraazul, chamoy, con leche o sólo con refresco, “es en base a lacreatividad de cada quien”, dice la señora María Covarrubias,quien desde hace 15 años vende yukis en la costa maderense.Mientras que los heladitos de sabores en algunas zonas se conocencomo “juanchos” en referencia a los cocodrilos que habitan enlagunas de esta región del puerto.

UN TRABAJO DE RIESGO


Las autoridades de Salud han alertado sobre los peligros queconllevan estas actividades al aire libre, bajo los rayos del sol,de manera reiterada y en horas de mayor calor. El Dr. FranciscoCastañeda Cruz, aseguró que “son propensos al golpe de calor,hay que recordar que es un aumento brusco de la temperaturacorporal pasando de niveles normales de 36.5 grados a 40”. Ahíentra en riesgo ante la posibilidad de llegar a un colapsocardióvascular, haciendo más evidente en personas de la terceraedad, con problemas de diabetes o hipertensión. Y la mayoríasobrepasan los 50 años, al ser su única posibilidad de ingresos,“a más edad son más propensos padecer el calor originado porrayos solares como riesgo de golpe de calor, deshidratación odesequilibrio en sus condiciones de patologías de fondo”,alertó el médico. Dermatitis solar o incluso cáncer, calambres yojos rojos se suman a los padecimientos, por lo que recomendó evitar labores entre las 11 y 16 horas, lo que para estoscomerciantes es prácticamente imposible. A esta lista se suman losque venden heladitos en los autobuses, el carretonero de lasnieves, quienes venden sabalitos, cocos en la avenida Tamaulipas,Bonice, hielo casa por casa, los que recargan los garrafones,convirtiendo el digno oficio de aguador en un trabajo de granesfuerzo. Son hombres y mujeres que se esfuerzan por llevar el pany la sal a casa, la mayoría sobrepasan los 50 años y ven en lascalles, el calor o la sed la posibilidad de un trabajo, aunque enello se arriesgue incluso su salud.

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