Queridos hermanos les saludo cordialmente y les deseo la paz y la alegría del Señor en su corazón.
La celebración de la Navidad para los cristianos, no es solo una tradición llena de colorido, o la oportunidad para convivir en familia y encontrar un espacio para intercambiar saludos y regalos, sino que primordialmente es el encuentro con una persona: Jesús el Hijo de Dios, que se hace niño y nos manifiesta el tierno amor del Padre que se acerca a nosotros.
Contemplar este misterio y hacerlo nuestro es la verdadera maravilla de la Navidad, que nos lleva a comprender que nuestra humanidad nunca será la misma porque ha sido tocada por la divinidad de Jesús.
El misterio de Navidad nos hace comprender el valor de la vida y la dignidad de todas las personas: migrantes, enfermos, pobres, las criaturas ya concebidas desde el vientre de su madre, descartados por la sociedad, etc., porque en todo hombre y toda mujer existe ya esa chispa divina que Jesús en su nacimiento depositó.
La fiesta del nacimiento de Cristo, es la alegría profunda del valor de la vida humana que Dios Padre confirma con el nacimiento humilde de su Hijo y que nos invita a contemplar con profunda devoción.
¡Cuántos pecados contra la vida humana en el mundo y en nuestro país! Vemos con tristeza la indiferencia ante el sufrimiento humano y, dolorosamente, la manera cómo nos estamos acostumbrando a contar muertos cada día y a llenar estadísticas del dolor.
Todos estamos llamados a cuidar y hacer crecer la vida a nuestro alrededor, empezando por las personas más cercanas a nosotros, que muchas veces descuidamos y olvidamos, y comprometiéndonos por una cultura de la vida en nuestra sociedad.
¡No podemos acostumbrarnos a esta sombra de muerte que nos cobija!
¡La Navidad es la fiesta de la vida! De ese gran don de Dios para cada ser humano, donde ha de buscar su plena realización y su felicidad. Todos los buenos deseos de esta celebración navideña: paz, alegría, fraternidad, solidaridad, amor… hacen brillar los anhelos más bellos del corazón humano, pero no tienen que quedar en simples deseos, sino en auténticos compromisos que nos lleven a velar por la dignidad de toda vida humana.
La Navidad nos brinda la oportunidad de agradecer a Dios nuestra vida y la vida de todos nuestros hermanos, a cuidarla y hacerla florecer con los dones que Él nos ha dado, a levantar nuestras manos y elevar nuestra oración por un mundo de paz, fraternidad y vida plena para todos.
Mi oración y mis mejores deseos para todos ustedes en la celebración del nacimiento de Jesús Hijo de Dios.