/ lunes 16 de septiembre de 2019

“Memoria Líquida”, el documental del Ciclón Hilda

Profundo e indeleble es el recuerdo del huracán Hilda en esta región huasteca del país, donde un 19 de septiembre de 1955

Profundo e indeleble es el recuerdo del huracán Hilda en esta región huasteca del país, donde un 19 de septiembre de 1955 se cumplió la leyenda tének de devastación y purificación de la tierra por medio de la lluvia.

Sesenta y cuatro años han pasado y el sonido del embravecido río Pánuco arrastrando casas, árboles, animales y personas -vivas y muertas-, sigue tronando en los oídos de quienes lo vivieron.

Son recuerdos que hacen se humedezcan los ojos y que un muelle poderoso se atraviese en la garganta, es la memoria líquida de un colectivo social que respeta la fuerza de la naturaleza y teme que vuelva a descargar su furia.

El director Emanuel Martínez Zamorano extrajo la esencia de relatos, visitas, vídeos, fotografías, pero sobre todo testimonios de quienes fueron protagonistas de esos días aciagos.

NACIDO DE UN RELATO

En 33 minutos y 40 segundos desarrolló el documental “Memoria Líquida, cuando los ríos crecen” en el que recopila, en unos cuantos testimonios las miles de historias captadas a través de los ojos y oídos de tamaulipecos, potosinos y veracruzanos que fueron testigos del poder del Dios huracán.

“Comenzamos la recopilación en mayo para concluir en diciembre del 2015”, dijo el creativo nacido en Ciudad Valles, con orígenes en Xilitla, pero con residencia actual en Tampico.

La motivación para hacerlo viene justo de un relato, el de su abuela, quien contaba de la inundación, comienza con una leyenda en lengua tének en la que se narra la destrucción del mundo por medio de un diluvio debido a la creciente maldad y la pérdida de la fe, salvando sólo a un niño y una niña.

Se convierten en perros de agua o nutrias que permanecieron nadando algunos días, pero vencidos por el cansancio estuvieron a punto de sucumbir, por lo que el conejo de la luna les dio la posibilidad de alojarse a su lado, hasta que la tierra se descubriera regresando para poblarla.

“Así le llaman los Cuaxtecas a este lugar de la provincia de Panotlán o Pánuco, Tampico, que quiere decir en idioma de los naturales Lugar de perros de agua”, escribió Fray Andrés de Olmos en 1559.

Con la colaboración del Gobierno de Tamaulipas, Conaculta, ITCA, Cineteca Nacional, se retoma la historia del ciclón Hilda, no se centra en Tampico que acaparó los titulares, sino que se extendió a la mayoría de los 500 kilómetros de la Ribera del Pánuco.

DE VIVA VOZ

La tarea fue recopilar voces que tuvieron presencia o documentosdel hecho presentándose las experiencias de Luis García García,Clara García Rivera, Rosa Guerrero Chirinos, Amelia Casados Hernández, Fernando Alonso y el entonces cronista Marco Antonio Flores.

Su expresión alberga la tristeza al evocar esa fecha de hace más de seis décadas, coincidiendo en que el azote del Hilda y la inundación subsecuente ha sido la peor de la que se tengan registro en la historia de la región.

Se tenía la experiencia del ciclón de 1933 -cuando los ciclones no tenían nombre- pero 22 años después el noreste de México fue sacudido por tres huracanes, llovió más de un mes lo que hizo que los ríos estuvieran rebasados en su capacidad.

Los locales eran escépticos de los pocos avisos que recibían sobre la furia de la tempestad que se aproximaba, por lo que se negaron a salirse de sus casas, comenzando a sellar puertas y ventanas con madera y láminas.

Pero cuerdas, clavos y tornillos no fueron suficientes para mantener en pie las viviendas que una a una sucumbían ante la fuerza del meteoro, mientras que el agua subía hasta dejar bajo elagua más del 70% de la región.

A las 10 de la noche del 19 de septiembre lo que se veía como una gran fantasía era una terrible realidad, comenzando la evacuación de zonas bajas y los más acaudalados a hospedarse en hoteles del puerto.

El viento fue poderoso devastando todo a su paso, mientras que bajo el agua quedaron unas 3 mil víctimas mortales en el sur de Tamaulipas y 12 mil en toda la Huasteca.

El río arrastraba desde árboles hasta casas y muertos, los cuales pasada la emergencia eran amontonados en la zona de La Barra de Ciudad Madero e incinerados mientras que en la zona del muelle un barco encallaba.

Pasado el temporal quedó al descubierto la destrucción, la falta de comida, superando la tragedia al Ejército Mexicano, al Estado y al municipio, por lo que fue hasta el arribo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, al mando del contralmirante Miles,que colocaron en el Country Club su centro de operación desde donde salían las expediciones de salvamento.

En helicópteros tipo banana, que se usaron en la guerra contra Corea, sobrevolaban las zonas afectadas salvando a gente que por días estuvieron en árboles, techos de casas y pequeños islotes.

Los llamaron “Ángeles” que en los pájaros de acero llevaron latas, agua, comida suficiente y esperanza a quienes creían que morirían en zonas de Tamazunchale, San Vicente Tancuayalab, Ciudad Valles, Estación Manuel, Tópila, Pueblo Viejo y Ozuluama.

MATERIAL RESTAURADO

Este documental ganó la beca del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) financiada por Conaculta y convocada por el ITCA, siendo el último trabajo en ganarla, ya que no se ha vuelto a realizar.

"El trabajo más extenuante fue la restauración fílmica de más de 40 minutos del filme original de ocho, dieciséis y treinta y cinco milímetros que fue recopilada en distintos puntos de la región”, dijo el creador a El Sol de Tampico.

La familia del senador Manuel Guzmán Willis, FranciscoAzcárraga, Francisco Vargas Covarrubias, la Cruz Roja Internacional y de la Base Aérea de Estados Unidos de Harlingen aportaron material para este documental, alguno inédito.

Contiene además más de cien imágenes de Robert W. Kelly, fotógrafo del Times y revista Life, quien incluso ganó un premiopor este trabajo; así como fotos de los hermanos Mayo, catalanes llegados a México por la guerra civil.

En el trabajo de restauración participó la Cineteca Nacional, así como María Elena Hernández Fraustro y Oscar Ramos Guerra en postproducción.

“Memoria Líquida, cuando los ríos crecen” conjunta las historias de los huastecos que pueden hablar con certeza del huracán Hilda, los que captaron en sus recuerdos las imágenes de destrucción que se niegan a ahogarse.

El trabajo más extenuante fue la restauración fílmica de más de 40 minutos del filme original de ocho, dieciséis y treinta y cinco milímetros".

Profundo e indeleble es el recuerdo del huracán Hilda en esta región huasteca del país, donde un 19 de septiembre de 1955 se cumplió la leyenda tének de devastación y purificación de la tierra por medio de la lluvia.

Sesenta y cuatro años han pasado y el sonido del embravecido río Pánuco arrastrando casas, árboles, animales y personas -vivas y muertas-, sigue tronando en los oídos de quienes lo vivieron.

Son recuerdos que hacen se humedezcan los ojos y que un muelle poderoso se atraviese en la garganta, es la memoria líquida de un colectivo social que respeta la fuerza de la naturaleza y teme que vuelva a descargar su furia.

El director Emanuel Martínez Zamorano extrajo la esencia de relatos, visitas, vídeos, fotografías, pero sobre todo testimonios de quienes fueron protagonistas de esos días aciagos.

NACIDO DE UN RELATO

En 33 minutos y 40 segundos desarrolló el documental “Memoria Líquida, cuando los ríos crecen” en el que recopila, en unos cuantos testimonios las miles de historias captadas a través de los ojos y oídos de tamaulipecos, potosinos y veracruzanos que fueron testigos del poder del Dios huracán.

“Comenzamos la recopilación en mayo para concluir en diciembre del 2015”, dijo el creativo nacido en Ciudad Valles, con orígenes en Xilitla, pero con residencia actual en Tampico.

La motivación para hacerlo viene justo de un relato, el de su abuela, quien contaba de la inundación, comienza con una leyenda en lengua tének en la que se narra la destrucción del mundo por medio de un diluvio debido a la creciente maldad y la pérdida de la fe, salvando sólo a un niño y una niña.

Se convierten en perros de agua o nutrias que permanecieron nadando algunos días, pero vencidos por el cansancio estuvieron a punto de sucumbir, por lo que el conejo de la luna les dio la posibilidad de alojarse a su lado, hasta que la tierra se descubriera regresando para poblarla.

“Así le llaman los Cuaxtecas a este lugar de la provincia de Panotlán o Pánuco, Tampico, que quiere decir en idioma de los naturales Lugar de perros de agua”, escribió Fray Andrés de Olmos en 1559.

Con la colaboración del Gobierno de Tamaulipas, Conaculta, ITCA, Cineteca Nacional, se retoma la historia del ciclón Hilda, no se centra en Tampico que acaparó los titulares, sino que se extendió a la mayoría de los 500 kilómetros de la Ribera del Pánuco.

DE VIVA VOZ

La tarea fue recopilar voces que tuvieron presencia o documentosdel hecho presentándose las experiencias de Luis García García,Clara García Rivera, Rosa Guerrero Chirinos, Amelia Casados Hernández, Fernando Alonso y el entonces cronista Marco Antonio Flores.

Su expresión alberga la tristeza al evocar esa fecha de hace más de seis décadas, coincidiendo en que el azote del Hilda y la inundación subsecuente ha sido la peor de la que se tengan registro en la historia de la región.

Se tenía la experiencia del ciclón de 1933 -cuando los ciclones no tenían nombre- pero 22 años después el noreste de México fue sacudido por tres huracanes, llovió más de un mes lo que hizo que los ríos estuvieran rebasados en su capacidad.

Los locales eran escépticos de los pocos avisos que recibían sobre la furia de la tempestad que se aproximaba, por lo que se negaron a salirse de sus casas, comenzando a sellar puertas y ventanas con madera y láminas.

Pero cuerdas, clavos y tornillos no fueron suficientes para mantener en pie las viviendas que una a una sucumbían ante la fuerza del meteoro, mientras que el agua subía hasta dejar bajo elagua más del 70% de la región.

A las 10 de la noche del 19 de septiembre lo que se veía como una gran fantasía era una terrible realidad, comenzando la evacuación de zonas bajas y los más acaudalados a hospedarse en hoteles del puerto.

El viento fue poderoso devastando todo a su paso, mientras que bajo el agua quedaron unas 3 mil víctimas mortales en el sur de Tamaulipas y 12 mil en toda la Huasteca.

El río arrastraba desde árboles hasta casas y muertos, los cuales pasada la emergencia eran amontonados en la zona de La Barra de Ciudad Madero e incinerados mientras que en la zona del muelle un barco encallaba.

Pasado el temporal quedó al descubierto la destrucción, la falta de comida, superando la tragedia al Ejército Mexicano, al Estado y al municipio, por lo que fue hasta el arribo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, al mando del contralmirante Miles,que colocaron en el Country Club su centro de operación desde donde salían las expediciones de salvamento.

En helicópteros tipo banana, que se usaron en la guerra contra Corea, sobrevolaban las zonas afectadas salvando a gente que por días estuvieron en árboles, techos de casas y pequeños islotes.

Los llamaron “Ángeles” que en los pájaros de acero llevaron latas, agua, comida suficiente y esperanza a quienes creían que morirían en zonas de Tamazunchale, San Vicente Tancuayalab, Ciudad Valles, Estación Manuel, Tópila, Pueblo Viejo y Ozuluama.

MATERIAL RESTAURADO

Este documental ganó la beca del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) financiada por Conaculta y convocada por el ITCA, siendo el último trabajo en ganarla, ya que no se ha vuelto a realizar.

"El trabajo más extenuante fue la restauración fílmica de más de 40 minutos del filme original de ocho, dieciséis y treinta y cinco milímetros que fue recopilada en distintos puntos de la región”, dijo el creador a El Sol de Tampico.

La familia del senador Manuel Guzmán Willis, FranciscoAzcárraga, Francisco Vargas Covarrubias, la Cruz Roja Internacional y de la Base Aérea de Estados Unidos de Harlingen aportaron material para este documental, alguno inédito.

Contiene además más de cien imágenes de Robert W. Kelly, fotógrafo del Times y revista Life, quien incluso ganó un premiopor este trabajo; así como fotos de los hermanos Mayo, catalanes llegados a México por la guerra civil.

En el trabajo de restauración participó la Cineteca Nacional, así como María Elena Hernández Fraustro y Oscar Ramos Guerra en postproducción.

“Memoria Líquida, cuando los ríos crecen” conjunta las historias de los huastecos que pueden hablar con certeza del huracán Hilda, los que captaron en sus recuerdos las imágenes de destrucción que se niegan a ahogarse.

El trabajo más extenuante fue la restauración fílmica de más de 40 minutos del filme original de ocho, dieciséis y treinta y cinco milímetros".

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