El pequeño Mateo se convirtió en el primer niño en tocar la “campana de la esperanza” instalada en el Hospital Dr. Carlos Canseco, en el marco del veinte aniversario de la asociación Voluntad Contra el Cáncer Tampico-Madero.
Emocionado, Mateo estuvo cobijado durante el cálido e inolvidable momento por aplausos de enfermeras, damas voluntarias y médicos, quienes durante cuatro años se convirtieron en su familia en este hospital, que prácticamente se ha transformado en su hogar.
GRAN ALEGRÍA INVADE A MATEO
“Felicítame, nos decía, ya no regresaré a las quimioterapias (...) él lo entiende así, como un niño (...) cuando tocó la campana es como terminar con nuestra vida en el hospital y pasar a otra etapa, es agradecerle a Dios el permitir que logre pasar a remisión, tocarla, es una alegría” narró Norma Karina Portillo, madre de Mateo.
RABDOMIOSARCOMA, FUE SU DIAGNOSTICO HACE CUATRO AÑOS
El pequeño Mateo ingresó al Canseco antes de celebrar su segundo cumpleaños, el diagnostico era rabdomiosarcoma -cáncer en el tejido blando-, tuvo dos fuertes recaídas durante el tratamiento y llegó a adquirir una bacteria.
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Para diciembre del 2020 los médicos y la familia creyeron que perdería la batalla pero no desistió, “mientras tocaba la campana, recordé cuando la radióloga nos garantizaba cuatro meses, pero que pensáramos en cuidados paliativos, estaba muy difícil su situación, y ahora está ahí tocando esa campana”.
En noviembre del año pasado se sometió a su última quimioterapia y para el 6 de enero de 2022, cuando llegó a los 6 años de edad, pasó a vigilancia, al detectar que ya no tiene células cancerígenas en su cuerpo.
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Norma Portillo, dijo que la campana que instalan las damas de Voluntad Contra el Cáncer es “regalar una pequeña alegría a los niños y padres, que vivimos un proceso difícil” y agradeció al voluntariado por su lucha, apoyo y entrega, “ya que sin ellas, la lucha por los medicamentos, estudios y atención hubiese sido difícil de lograr y al personal médico por las atenciones no nos soltaron”.
Tras tocar la campana, Mateo inicia una nueva etapa, ahora en vigilancia, proceso que dura cinco años con una consulta mensual, pero sin quimioterapias; por lo que la lucha continúa con una carga más ligera tras tocar “la campana de la esperanza” del Hospital Dr. Carlos Canseco.