El confinamiento por la pandemia generó un marcado retraso en el aprendizaje de todos los segmentos de la educación, principalmente en preescolar, donde los pequeños alumnos desconocen la autonomía, el acatar órdenes y la realización de tareas simples.
Son las educadoras de nivel preescolar quienes han tenido más complicaciones en el comportamiento y principalmente la autonomía que deben tener los infantes.
Para la maestra Aura Lizbeth Acosta Castillo, directora del Jardín de Niños “Justo Sierra” en Ciudad Madero, al ser uno de los primeros planteles educativos públicos que reiniciaron actividades presenciales ya han ido superando estas dificultades que les ocasionaron los casi dos años de ausencia en los centros educativos.
La mayoría del personal docente que conforma este jardín coincide en que ha sido la independencia de los menores en lo que más han batallado durante estos primeros meses de actividades presenciales.
“Fuimos la primera escuela en abrir, ya teníamos trabajando de octubre a la fecha, las dificultades que han enfrentado las docentes son en cuanto a la autonomía, en realizar las cosas por ellos mismos; en socialización no hemos tenido problemas, porque ellos ya querían regresar, compartir con otros niños y jugar, entonces en la cuestión de integración no ha sido problema”, expresó.
LOS PAPÁS HACÍAN TODO
Acosta Castillo indicó que esta situación se debe a que durante los dos primeros grados de la educación preescolar estuvieron muy apegados a los padres y madres de familia, quienes prácticamente realizaban la mayoría de las actividades que les tocaba a ellos realizar.
“El problema ha sido de autonomía, que los niños hagan las cosas por sí mismos, a veces se les dificulta abrir el traste de su lonche o quieren que se les abra la mochila, quieren que la maestra les realice algunas cosas que ellos ya pueden realizar por sí mismos y eso parte de tanto tiempo que estuvieron en casa, que las rutinas eran diferentes y aquí en la escuela nosotros buscamos que realicen las cosas por sí mismos, porque es parte de ese proceso de desarrollo que se pretende en este nivel”, aseveró.
LOS DE TERCERO PARECEN DE PRIMERO
Lamentó que se haya perdido tanto tiempo durante esta contingencia sanitaria, lo que generará un retraso en el aprendizaje básico de los menores.
“En tercer año nosotros ya vemos una evolución bastante grande en los niños, pero debido a esta pandemia que ellos no estuvieron cursando ni primero, ni segundo, entonces los niños que están en tercero son niños como de primero”, dijo.
Carecen todavía de habilidades, “como ponerse su suéter, abrocharse sus agujetas, porque en casa los papás a veces para ahorrar tiempo ayudamos a nuestros hijos, entonces coartamos esa posibilidad de que el niño pueda aprender por sí mismo”, citó.
Aura Lizbeth Acosta invitó a las maestras de otras instituciones educativas de educación preescolar a tener paciencia con los menores para que puedan ir retomando el ritmo de las clases presenciales.
“Deben tener mucha paciencia con los niños, porque son los menos culpables de esta situación, realmente es algo ajeno a todos y tenemos que brindarles ese cobijo aquí en la escuela, la paciencia y sobre todo trabajar en conjunto con los padres de familia, porque los papás son nuestros aliados, siempre lo fueron desde casa, pero ellos no tienen la pedagogía y, por más que quisieron apoyarnos, no es lo mismo a que el niño esté aquí”, aseveró. Lo que les recomendamos es que traten de que lo que se vive en casa sea lo más parecido a lo que van a vivir en la escuela.
COMPLEJO EL TRABAJO VIRTUAL PARA LOS NIÑOS
Para la psicóloga clínica del Sistema DIF de Ciudad Madero, Lizbeth Lozano Esteve, en esta edad se tiene una mayor complejidad para captar la atención de un menor desde algún dispositivo electrónico y desde el hogar, lo que ha generado algunos problemáticas en cuanto al regreso a las aulas de manera presencial.
“La capacidad de atención es un rasgo bastante vulnerable en términos generales en la mayoría de los niños, evidentemente con esta situación en donde las clases no fueron presenciales, podría ser más difícil que el menor esté atento a través de un dispositivo”, indicó.
Lozano Esteve señala que el padre de familia puede contribuir a que el alumno de este nivel escolar pueda ir teniendo la socialización con el resto de sus compañeros de escuela, además para que pueda captar las indicaciones que les dan las maestras.
DIVIDIR LAS TAREAS ESCOLARES
“Existen algunos factores que podríamos tomar en cuenta para facilitar este proceso en cuanto a que los pequeños puedan mejorar su capacidad de atención, podría ser por ejemplo que las tareas sean divididas, porque cuando el niño ve que tiene varias tareas es como si le cayera todo encima y a veces son tantas que no sabe por dónde empezar, por dónde continuar, y una manera de ayudar al pequeño es dividiéndole esas tareas escolares”, externó.
La especialista señala un punto importante que es el régimen de los hábitos, porque al ser seres de hábitos se debe seguir un reglamento de comportamiento y actividades de manera habitual.
“La cuestión de dormirse a una hora determinada, levantarse a la misma hora independientemente de que se vaya o no a clases, que el hábito esté ahí y dejar que el niño haga las cosas, a veces por comodidad el padre de familia hace lo que le corresponde al niño, pero así no fortalecemos la autonomía hacia la independencia que algún día pueda lograr, pero si les hacemos todo, definitivamente no estaríamos contribuyendo y sería todo lo contrario”, expresó.
Detalló la especialista que “aquí lo ideal es tratar de que lo que se vive en casa sea lo más similar a lo que van a vivir en la escuela, que tiene que ver con reglas, límites en esta cuestión de formación de hábitos”.