El intenso sol y sofocante calor que se afronta para llegar hasta el muelle tres donde está atracado el Logos Hope, se olvida rápidamente una vez que los cientos de personas ingresan a esta travesía de pasillos, libros y pláticas que resaltan que todos los humanos somos iguales.
Desde temprana hora, una multitud interesada en recorrer el barco llega al puerto, camina por pasillos ventilados generalmente vetados al público, hasta subir a la enorme mole de acero, aluminio y madera de 40 años de edad y vivir esta experiencia para muchos inolvidable.
La recepción de los tripulantes es amable y son quienes más llaman la atención de los visitantes, dice Heber Marcus, nacido hace 26 años en Brasil, pero radicado en España.
El traductor de Ant Webb, encargado de Relaciones Públicas del navío, expresa que no son los estantes repletos de literatura lo que atrae a los locales, sino conocer y hablar con la tripulación que une en este espacio a 60 naciones.
El periplo por lo que dejó de ser un Ferri europeo puede ser de más de una hora, que comienza desde un espacio que simula una lancha explicando sobre lo que es el buque Logos Hope y su interés de navegar por el mundo con su carga de libros, pero también amor, esperanza y fraternidad.
Desde este fin de semana ofrecerá obras de teatro, espectáculos musicales y recorridos pagados por todo la embarcación, además que desde hoy hay conferencias sobre espiritualidad y conciencia social.