Recuerdas aquella época de la niñez que en las tardes, cuando el sol se apagaba, comenzaban a encenderse pequeños puntos de luz a ras de tierra, dando un aspecto mágico a los pastizales y zonas rurales de la región.
Se trataba de las luciérnagas o también conocidas en la zona norte de Veracruz como “pililes”. No sé tú, pero yo desde hace varios años que no veo esas luces brillar. Al grado que hoy se emite una alerta por su peligro de extinción.
Investigadores de la Universidad de Tufts, de Estados Unidos, han alertado sobre el daño generado a esta especie luminiscente señalando factores como “la pérdida de hábitat, el uso de pesticidas y, sorprendentemente, la luz artificial, las tres amenazas más graves que ponen en peligro a las luciérnagas en todo el mundo”.
Estos bichos de luz -también conocidos como curucusíes, isondúes, cucuyos y gusanos de luz- se caracterizan por su capacidad de emitir luz o bioluminiscencia, convirtiéndose en un espectáculo a la vista.
Sus hábitat naturales son pantanos, áreas húmedas y boscosas, las cuales con los cambios climáticos se han visto severamente dañadas mermando la fuente de alimento y de reproducción de las larvas, lo que ha impactado en estas colonias.
Hablando concretamente de la zona el ambientalista Miguel Ángel Verástegui Cavazos, de la Asociación Mediadora para el Bienestar Inteligente, Ecológico y Normado de Tampico, Altamira y Ciudad Madero (Ambientam) aseguró que “hasta hace unos años había un equilibrio ecológico que permitía que esas especies iluminaran la región”.
Con el cambio en el tipo de nutriente de lagunas y contaminación de zonas pantanosas “se crea un desequilibrio o equilibrio ecológico distinto, lo que hace que estas especies se vayan de zonas como esta y de muchas otras del mundo, al grado hoy de estar amenazadas”.
Situación similar -dijo el entrevistado- ocurre con especies como abejas, garabayos o libélulas, pájaros grises o carrancistas o gorrión común, las golondrinas que avisaban del cambio de estación o los conocidos como pájaros cola de tijera.
EL ESTUDIO
La universidad estadounidense reveló a inicios del presente mes que el peligro que enfrentan las luciérnagas es en todo el mundo, elevando el espectro de extinción para ciertas especies y los impactos relacionados en la biodiversidad y ecoturismo.
El equipo de biólogos, asociado con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, precisa que estos insectos pertenecen a un grupo extendido y económicamente importante, con más de dos mil especies diferentes repartidas por todo el mundo.
El equipo dirigido por Sara Lewis, profesora de biología en la Universidad de Tufts, encuestó a expertos en luciérnagas de todo el mundo para evaluar las amenazas más importantes para la supervivencia de sus especies locales. Las encuestas determinan que la pérdida de hábitat es la amenaza más crítica para la supervivencia de la luciérnaga en la mayoría de las regiones geográficas, seguida de la contaminación lumínica y el uso de pesticidas.
"Muchas especies de vida silvestre están disminuyendo porque su hábitat se está reduciendo", dijo Lewis, "así que no fue una gran sorpresa que la pérdida de hábitat se considerara la mayor amenaza".
LA LUZ CONTRA SU LUZ
Un resultado sorprendente que surgió de la encuesta fue que, a nivel mundial, la contaminación lumínica se consideraba la segunda amenaza más grave para las luciérnagas dice la investigación distribuida en el portal https://now.tufts.edu/news
Durante el siglo pasado la luz artificial en la noche creció exponencialmente "además de alterar los biorritmos naturales, incluido el nuestro, la contaminación lumínica realmente arruina los rituales de apareamiento de las luciérnagas", explicó Avalon Owens, Ph.D. candidato en biología en Tufts y coautor del estudio.
Y es que las luciérnagas dependen de la bioluminiscencia para encontrar y atraer a sus parejas, y el trabajo anterior ha demostrado que demasiada luz artificial puede interferir con estos intercambios de cortejo.
No se descarta además el uso agrícola generalizado de pesticidas como otra amenaza clave para la supervivencia de la luciérnaga. La mayor parte de la exposición a insecticidas ocurre durante las etapas larvarias, porque las luciérnagas juveniles pasan hasta dos años viviendo bajo tierra o bajo el agua.
“Los insecticidas como los organofosforados y los neonicotinoides están diseñados para matar las plagas, pero también tienen efectos fuera del objetivo en los insectos beneficiosos”, precisa el informe en el que participan autores afiliados al Grupo de Especialistas en Luciérnagas SSC de la UICN.
Es una verdadera lástima que las nuevas generaciones no conozcan estas bellezas naturales, no pasen horas correteando tras su luz y no se llenen de asombro al ver su tintinar entre la maleza, sin duda es urgente establecer acciones para dejar un mejor mundo a quienes preceden en la vida.