Tamaulipas es un estado que se ha posicionado por diversos factores desde su actividad empresarial, bellezas naturales y hasta la sanguinaria secta que nació en el poblado de la Yerbabuena, que era encabezada por Magdalena Solís.
Los encargados de revivir este obscuro pasaje del municipio de Güemez, fueron los conductores de Señales el Podcast quienes explican que en 1962 llegaron a la ciudad antes mencionada los hermanos Santos y Cayetano Hernández.
Según el relato en aquel entonces en el poblado no había escuelas, estación de policía, ni parroquia y actualmente habitan 23 familias, en el 2020 el censo de población nacional declaró la población como deshabitada.
Rituales y sacrificios para obtener riquezas
Los hermanos Hernández abusando de la inocencia y desconocimiento de la población se hicieron pasar como falsos profetas de los dioses Incas.
Aseguraban que ellos podían conseguir riquezas en beneficio de todos realizando rituales y sacrificios en las cuevas.
“Con el paso del tiempo, aún con la pobreza, después de perder a sus hijas, sufrir abusos y demás, las riquezas que les prometieron obviamente simplemente no llegaban, así que idearon un plan”
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De acuerdo al relato que también comparte Crime Library los hermanos idearon un plan donde aseguraron traer a una Diosa Inca.
La gran sacerdotisa de la sangre llega a Tamaulipas
La idea de los profetas milenarios los llevaron a Monterrey, Nuevo León en donde conocerían a Magdalena Solís, era una chica con un duro pasado que aprovecho el lugar que logró tener entre la comunidad para convertirse en algo peor que los hermanos Hernández.
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“Para 1963 se convenció de que era la reencarnación de Coatlicue la Diosa de la Madre Tierra; no pasó mucho tiempo antes de que Magdalena incrementara la frecuencia e intensidad de los rituales, siempre acompañados de drogas, sexo y sacrificios animales, solo que ahora instruyó a los pobladores a beber la sangre pues esta los haría inmortales”.
Magdalena realizó sacrificios humanos a casi cinco horas de Tampico
Muy en su papel de Diosa Azteca y confiada del poder que tenía sobre los habitantes del poblado que se ubica a 4 horas 41 minutos de Tampico, Magdalena Solís dio la instrucción de realizar sacrificios humanos, extirpar corazones y beber sangre de las víctimas.
“Magdalena, Eleazar y Santos fueron enjuiciados en Ciudad Victoria, Tamaulipas; aunque solo fueron enjuciados por los asesinatos de Sebastián y Luis Martínez ya que los pobladores sobrevivientes se negaron a testificar”.
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Es así como nació la sanguinaria secta en Tamaulipas y que era encabezada por Magdalena Solís y que vio su fin con condenas de 50 años.