Pueblo Viejo, Ver., diciembre 11.- Juguetes tradicionales de madera como el trompo, el balero, el yoyo, las matracas, marionetas, tablas chinas, camioncitos, cochecitos, aviones, resultan una novedad para los niños de hoy, que se sorprenden al ver estos coloridos artefactos de madera, en sus paseos por el mercado rodante.
Antonio Vargas Perez, comerciante de juguetes y utensilios de cocina, así como otras artesanías para dar masaje al cuerpo, todos elaborados 100 por ciento de madera, son preferidos por las amas de casa, mientras que los primeros son preferidos por los niños que se ven atraídos por estos artículos con los cuales sus padres y abuelos jugaban en su niñez.
Juguetes tradicionales resisten el embate de la tecnología
"Parece que con la tecnología que hoy existe y que la prefieren, la mayoría de los niños, como teléfonos celulares, las tablets, los juegos de video, dejan de lado o hacen menos atractivos a los juguetes mexicanos elaborados artesanalmente, sin embargo, esa creencia es falsa, ya que muchos infantes se ven atraídos por los artículos de madera", dijo.
Instalado en el mercado rodante de Pueblo Viejo, Don Antonio Vargas, oferta desde hace unos 15 años productos artesanales como: cucharas de diferentes tamaños, espátulas de diferentes formas, molinillos para el atole o el espumoso chocolate, mieleros de diversos tamaños, así como juguetes, todos elaborados de madera de forma artesanal.
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Juguetes del antaño, una novedad para la generación “Z”
Los juguetes tradicionales de madera que llaman la atención de los niños, son: Los trompos, los baleros, los yoyos, perinolas o pirinolas toma todo, tamborcitos, cochecitos, camiones, aviones, maquinaria pesada, maracas hechas de guajitos, guitarras, flautas de carrizo, armónicas, marionetas, matracas, tablas, conocidas también como tablitas chinas o tablas mágicas y rompecabezas.
Para los niños que acompañan a sus mamás, resulta una novedad los juguetes de madera, sobre todo los trompos que ellos mismos piden se los compren para jugar, pues muchos de ellos escucharon hablar a sus padres o abuelos, que cuando eran niños se divertían por horas jugando con el trompo.
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"Nosotros vivimos una infancia creativa con nuestros propios juguetes, o los hacíamos de madera o llevábamos al carpintero de la colonia el trozo de madera para que él los hiciera, otros teníamos que comprarlos y una vez en nuestro poder la imaginación para jugar era el límite, por eso durante horas nos divertíamos", recordó el comerciante.
También recordó las canicas y los diferentes juegos que se practicaban con ellas, todos siempre en el suelo, por lo que manos, codos, rodillas y hasta la panza siempre estaban llenas de tierra, eso sí, con la canica favorita para tirar, dijo Antonio Vargas.
Precios de los juguetes de antaño en la actualidad
Los precios de esos productos artesanales de madera, en realidad resultan económicos, pues el precio de una cuchara pequeña es de 10 pesos y otros tamaños más grandes, los precios son de 20, 25 y 30 pesos.
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Lo mismo aplica para las espátulas o volteadores, molinillos de 50 y de 70 pesos; rompecabezas a 80 y los masajeadores en 90; mientras que los trompos varían en su precio según el tamaño, pero puede ser de los 50 a los 90 pesos.
Los baleros desde 60 pesos hasta los 200 según el tamaño, carritos desde los 50 a los 70 pesos; perinolas de 30 a 50 pesos depende el tamaño, camioncitos de 100 a 250 pesos, maquinaria pesada de 200 a los 300 según su tipo porque son más elaboradas.
Tablitas mágicas a 50 pesos, yoyos de 50 a 150 según tamaño, tamborcitos en 80 pesos, las maracas de guajitos de 30 a 100 pesos de acuerdo al tamaño, avioncitos van de los 50 a los 200 pesos, flautas de carrizo a 30 o 60 pesos, guitarras de 100 hasta los 300 pesos, marionetas de 100 a 150 pesos, armónicas de 80 pesos, matracas de 50 pesos.
Así es como los juguetes tradicionales de madera como el trompo, el balero, el yoyo, las matracas, marionetas, tablas chinas, camioncitos, cochecitos, aviones siguen siendo relevantes, captando la atención y el gusto de las nuevas generaciones de niños, niñas y jóvenes (muchos de ellos de la generación “Z”).
