La creciente pesca furtiva y la ausencia de vedas que protejan crías y especies juveniles de la jaiba azul, icono de Tampico, causaron una caída en la producción del 90% en lagunas y ríos del sur de Tamaulipas en los últimos cinco años.
Hasta hace un lustro las cosechas del crustáceo superaban las dos mil o tres mil toneladas anuales, pero hoy apenas alcanza las 300 toneladas, por el uso indiscriminado de redes prohibidas y la tardanza en la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca, el Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura en aplicar medidas para mejorar la pesquería, como ya lo hace en el Pacífico.
El director del Centro Regional de Investigaciones Pesqueras en Tampico, Sergio García Sandoval, aseguró que ya hay trabajos de revisión y actualización de la pesquería de jaiba en el océano Pacífico y Golfo de California, pero no en Tamaulipas ni en esta región, donde hace algún tiempo la jaiba era una de las pesquerías más importantes, además del camarón.
En la entidad, se han olvidado de ese crustáceo que tiene una gran demanda en la industria restaurantera y hay una depredación constante, porque la pesca ilegal no respeta tamaños y se ha sometido a un sobreesfuerzo, lo que tiene en riesgo la extinción de la jaiba azul, lamentó el especialista.
Conforme a datos de Conapesca, la captura nacional de jaiba es una pesquería generadora de fuentes de empleo y produjo en 2019 más de 48 mil 535 toneladas, con un valor de producción de mil 094 millones de pesos.
De acuerdo con el reporte de producción del año pasado, las cinco principales entidades productoras fueron Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Campeche y Veracruz. Le siguieron Tabasco, Chiapas, Baja California Sur, Oaxaca, Yucatán, Nayarit, Jalisco, Colima, Guerrero, Baja California y Michoacán.
La pesca furtiva y la ausencia de vedas provocó una drástica caída de la producción.