El 23 de noviembre de 1950 fue la primera vez que EL SOL DE TAMPICO circuló. Los ejemplares eran el resultado del esfuerzo colectivo de todos los departamentos de la empresa, entre ellos, la sala de redacción; conformada en su mayoría por hombres, tenía una mujer a bordo.
En un ejercicio de imaginación se le solicita al lector recree la siguiente escena: es 1950 y asiste a las instalaciones de esta casa editorial en calle Altamira, en la zona centro.
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Al ingresar, al costado derecho se observa el escritorio del vigilante y aun lado el checador. A la izquierda está la sección de avisos clasificados. En frente la recepción.
Hacia la izquierda, atravesando el mostrador principal, aguarda la puerta de la sala de redacción. Está llena de papeles, archiveros, sillas y escritorios. Se escucha el sonido de las teclas, una tras otra se hunden en las máquinas de escribir. Es un espacio predominantemente masculino. Sin embargo, allí entre todos ellos también estaba ella.
Su nombre era Isaura Licona y González, su expediente es uno de los más antiguos que guarda el archivo de Recursos Humanos. Ingresó el 23 de noviembre de 1950 y permaneció como cronista responsable de la sección "La vida en sociedad" hasta su muerte, acontecida el 11 de enero de 1974.
Mujeres como Guadalupe, Esther, Luz, Antonia, Aurora, Angélica, Zoraya, Teresa, Socorro, Adriana, Minerva, Gloria, Griselda, Laura, Mirna, Silvia, Sandra, Irma, Eugenia, Carmen, Mariela, Iveth, Leticia, Ginna y Yadira han escrito la historia de Tampico en El Sol.
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Desde 1950, EL SOL DE TAMPICO incluyó en su nómina a una cronista. El hecho es importante porque establece un precedente tanto en el ámbito de las letras, como en el campo laboral, de la zona conurbada del sur de Tamaulipas: cualquier persona por méritos propios puede intentar conseguir un asiento en la sala de redacción y ganarse la vida escribiendo.