La crisis del gas natural se reflejará en este mismo mes con un incremento del 30 y 50% en los precios del energético, empeorando la liquidez de la industria alimenticia regional y empujando una escalada alcista en productos básicos.
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Desde el mes pasado el costo del combustible al consumidor ya registró elevaciones entre 10 y 15% y hay temor que exista encarecimiento severo por la escasez, anticipó Luis Enrique Lara Ruiz, directivo de la Cámara Nacional del Comercio en Pequeño y Servicios (Canacope) de la zona sur.
Prevemos que la suspensión de importaciones de Texas del combustible a México tendrá efectos muy serios en el suministro y precios hacia industrias como la restaurantera, de tortillas y panificadora los cuales trasladarán esas alzas al público, porque los negocios no pueden absorberlos.
En diciembre, la empresa suministradora del combustible subió la facturación entre 50 y 60%, en un mes que no se registraron bajas importantes de consideración en esta zona y la lógica es que la crisis en el suministro acentuada por las históricas heladas en Texas causará otro encarecimiento, pegando a la economía de las familias y la industria local.
El consumo promedio del energético en los hogares promedia los 600 pesos, mientras que en un negocio micro o pequeño los mil 200 pesos, apuntó.
A su vez, Alfredo Saldaña Mercado, expresidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, manifestó el temor a que la zona pudiera padecer desabasto de gas natural y sobreprecios porque empeoraría la situación de liquidez de los negocios.
En esta localidad más de la mitad de los restaurantes, panificadoras y tortillerías utilizan el gas natural como combustible y no estarán exentos de las consecuencias de las temperaturas congelantes que han resentido los campos tamaulipecos y otros estados del país, por lo que comenzarán a subir hortalizas, frutas y verduras, agregó.
Ante ese escenario urgió a la Federación aplicar estrategias que contengan otra cascada de aumentos en combustibles, materias primas y alimentos, pues la economía popular está depauperada y la cadena productiva sobrevive con grandes esfuerzos por las secuelas dejadas por los cierres y confinamientos obligados por la pandemia.