Los tonos ocre y rojizo de los amaneceres en la zona sur de Tamaulipas se ven opacados por las enormes columnas grisáceas de humo que se elevan desde la refinería “Francisco I. Madero” cada mañana, afectando el medio ambiente y la calidad del aire que respiramos.

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Las columnas de humo producto de las emanaciones nocturnas se extienden hasta el alba y pueden observarse incluso al salir el sol, manteniéndose suspendidas sobre la región y quienes en ella vivimos.

El problema es serio, advierten ambientalistas, ya que estas emanaciones de partículas elevan el riesgo para los habitantes tanto del perímetro cercano a la factoría como al resto de la región, debido a que el viento se lleva los gases, generando contaminación y enfermedades.

El representante de la Asociación Mediadora para el Bienestar Inteligente y Ecológico (Ambientam), Miguel Ángel Verástegui Cavazos, refirió que “a la refinería le envían la materia prima para elaborar los derivados del petróleo por medio de ductos, pero ninguna de las plantas trabaja al 100 % sino al 40 % y ese sobrante se quema, sin embargo no sirven los quemadores porque están muy chicos y no se hace la quema completamente, sino que gran parte se avienta en crudo”, explicó.

Debido a esta ineficiencia en las plantas de la Refinería Madero hay al menos 25 diferentes tipos de gas que se emanan al cielo de Ciudad Madero, mismo que por arrastre de la brisa y corrientes de aire se expande a Tampico, Altamira y la zona norte de Veracruz.

“El problema de los sobrantes está en que las plantas son muy viejas y no están diseñadas para recuperar los residuos, excepto una de las 26 plantas, que es la U-900 Reformadora de Naftas, en la que sí se consideró recuperar residuos en el diseño de la planta, el sobrante vuelve a entrar para desperdiciar menos, es una recuperadora de residuos que debería estar en todas las plantas, pero no lo tienen porque los diseños anteriores no contemplaban la recuperación”, refirió el ambientalista.

Las colonias cercanas a la “refi” como La Barra, Hipódromo, Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Fidel Velázquez, Francisco Villa, Miramar, Emilio Carranza, entre otras, son las que reciben el primer impacto de estos gases, pero la dirección de vientos dominantes que corren de sureste a noroeste hace que las emanaciones se puedan percibir en la Vicente Guerrero, Fovissste, "El Polvorín" y la Unidad Nacional.

“Es un abanico donde se van afectando todas estas colonias, es la dirección de los vientos por donde se va el humo contaminado”, añadió el entrevistado, quien indicó que “la gente no sabe lo que respira, por eso hay muchas alergias y males crónicos como asma bronquial”.

NOCTURNAS, PARA QUE NO SE VEAN

La liberación de estos gases se hace principalmente en la noche, para evitar que sean observados por la mayoría de la población, más el intenso olor muchas veces llega a despertar a la población durante la madrugada.

Verástegui consideró que por conveniencia las emanaciones se hacen por la noche, “con alevosía y ventaja para que no se vean, las llamaradas son muy grandes sobre todo por la noche, he tomado fotos después de las 10 de la noche y se pueden observar de forma muy clara”.

Al respecto ya se trabaja con el Instituto Tecnológico de Ciudad Madero (ITCM) en una medición de las emisiones al aire, ya el Gobierno estatal volteó a ver el medio ambiente, las emisiones de Pemex, la termoeléctrica y el corredor industrial.

“No se tiene una medición, nunca hemos sabido qué respiramos, o si alguna vez estuvimos en una contingencia ambiental porque no hay mediciones, es una tristeza que se han hecho denuncias y no pasa nada, porque la ASEA -Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente- no funciona como Agencia Ambiental”.

Pidió al Municipio de Ciudad Madero que haga presión e interponga una denuncia por contaminación ambiental a Pemex ante la ASEA, para que se revise y se controlen estas emanaciones.

EL SUR DE TAMAULIPAS, ZONA CRÍTICA DE CONTAMINACIÓN

Pese a estar considerada dentro de la Norma Oficial Mexicana NOM-085-SEMARNAT-2011 como una zona crítica en cuanto a la emisión de contaminantes a la atmósfera, el área conurbada de Tampico, Ciudad Madero y Altamira no cuenta con un eficiente sistema de monitoreo de calidad del aire.

Como El Sol de Tampico lo dio a conocer el 18 de Mayo de 2019, en el artículo “Sucio el aire que respiramos”, la situación ha generado que desconozcamos lo que estamos respirando, así como no detectar o decretar posibles contingencias, establecer medidas emergentes para reducir niveles de contaminantes y en general mejorar la calidad de vida de quienes residen en esta región huasteca abrasada por la industria química, petroquímica y petrolera.

La NOM tiene como objetivo establecer los niveles máximos permisibles de emisión de humo, partículas, monóxido de carbono (CO), bióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) de los equipos de combustión de calentamiento indirecto que utilizan combustibles convencionales o sus mezclas, con el fin de proteger la calidad del aire.

Producto de la contaminación provocada por acciones como esta, provoca que la región esté en las llamadas “zonas críticas” que por sus condiciones topográficas y meteorológicas se dificulta la dispersión o se registran altas concentraciones de contaminantes a la atmósfera.

En esta lista se incluyen la Zona Metropolitana de Guadalajara, Zona Metropolitana de Monterrey, Zona del Valle de México, el Corredor industrial Coatzacoalcos-Minatitlán, el Corredor Irapuato-Celaya-Salamanca, el Corredor Industrial Tula-Vito-Apasco, el municipio de Ciudad Juárez en el Estado de Chihuahua, y el Corredor Industrial de Tampico-Madero-Altamira.

Pero estas emanaciones no solo impactan en la imagen de los albores de esta región huasteca, ennegreciendo el espacio entre las nubes y la tierra, sino que además generan muchas y variadas enfermedades bronquiales, alta incidencia de alergias e incluso se relaciona con cánceres en la región.

La necesidad de actuar es evidente, así como un mayor compromiso de las empresas para verdaderamente mejorar las condiciones en que vivimos y no aprovechar las lagunas legales y la oscuridad para verter al aire, al agua o al suelo tóxicos que nos envenenan.