La cercanía de la celebración del Día de Muertos el 1 y 2 de noviembre trae a la memoria de muchos a los seres queridos que se han adelantado en el camino a la eternidad, a quienes se recuerda con nostalgia y se les espera con ofrendas y altares como parte de una rica tradición de sumo arraigo que durante siglos está acompañando a todos los mexicanos. Pero ¿conocías la historia de las flores de porcelana?
Esta temporada también ha dado lugar a leyendas y algunos hechos reales que hoy forman parte de esta tradición, según cuenta Martín Pérez San Martín, cronista de Pueblo Viejo, en la zona norte de Veracruz, donde la riqueza de las fábulas que acompañan la tradición de días de muertos es interminable.
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Importaciones del viejo mundo
Recordó que uno de los hechos de trascendencia que se ponía en práctica por las familias, era el uso de las flores de porcelana, piezas exclusivas, que colocaban en el altar durante los días 1 y 2 noviembre en los que las familias acudían a los cementerios para ofrecer sus ofrendas al montar prácticamente un altar en las tumbas donde yacían los restos de sus familiares que recordaban.
El investigador e historiador del norte de Veracruz relató que se trataba de exquisitas piezas de porcelana, procedentes y manufacturadas en las fábricas europeas.
Solo las familias pudientes, hacendadas y comerciantes podían adquirir este tipo de artesanías que se traían exclusivamente del viejo mundo.
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¿Cómo las usaban?
El profesor Martín Pérez refiere que el uso de las flores de porcelana durante la celebración de los Días de Muertos, se limitaba a los momentos en los que las familias pasaban en los cementerios de visita a los sepulcros de sus seres queridos.
Colocaban estos ricos adornos y al retirarse nuevamente los recogían y los llevaban consigo en sus delicados estuches, para repetir al día siguiente el mismo procedimiento, siempre cuidado las preciadas flores.
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Esta rica tradición fue desapareciendo conforme pasaron los años, las familias dejaron el uso de las flores de porcelana y optaron por el utilizar las flores naturales propias de la temporada y que se generalizaron a nivel nacional como el cempasúchil y la mano de león que son muy usadas en los altares que se instalan para la celebración de los días de muertos.
De las flores de porcelana solo queda el recuerdo y el auge que estos valiosos implementos de ornato significaron para las familias pudientes de la época, quienes tenían la capacidad económica para adquirir estas mercancías de excepción.