En una sociedad que vive la vida a contrarreloj, de prisa, de manera vertiginosa, donde pocos se detienen a ver su entorno por estar envueltos en distintas ocupaciones, nace la llamada enfermedad del Siglo XXI: el estrés.
Silenciosa, diariamente avanza generando un severo estrago en la salud mental y física de las personas, e incluso problemas de tipo sexual, pero se percatan de su presencia hasta que los síntomas han modificado prácticamente su estilo de vida.
Taquicardias, insomnio, estreñimiento, mareos, dolores de cabeza, depresiones, irritabilidad, cansancio agudo, causantes de enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes e incluso está relacionado con el cáncer, este mal cobra la vida de quienes no se dan un momento de paz.
“El estrés es una condición de vida que en la actualidad ha hecho que se incremente por el ritmo que se tiene en cuanto a compromisos, responsabilidades, trabajo, también cuestiones económicas y sociales, todo eso tiene impacto para que se genere el estrés”, señaló el director del Hospital Psiquiátrico de Tampico, Alejandro Cruz Rosas.
Conocido como diestrés, es relacionado con el exceso de esfuerzo en relación a la carga de responsabilidades familiares o laborales, va acompañado de un desorden fisiológico que provoca una aceleración de las funciones y éstas actúan alejadas del punto de equilibrio.
El experto explicó que el exceso de carga mental origina la aparición de varios padecimientos como los trastornos de ansiedad generalizada, el estrés postraumático y el estrés agudo, siendo el primero de ellos el más común en la vida cotidiana.
LOS MÁS PROPENSOS
La población en general se encuentra expuesta a padecer estrés o diestrés; sin embargo, los casos más comunes, según los especialistas, se presentan en edades productivas que van de los 20 a 40 años de edad.
Generalmente se desarrolla en los centros laborales y son las personas quienes tienen mayores responsabilidades en sus áreas las que tienden a estar con mayor nivel de este padecimiento, sin que por el momento se tenga una estrategia desde el área laboral para contener su avance.
ASINTOMÁTICO
De inicio el estrés es considerado asintomático, por lo que se le ha denominado la enfermedad silenciosa, pero los desórdenes que en su avance va generando llega un momento que provocan mal funcionamiento de diversos órganos.
Hay síntomas psicosomáticos donde los más comunes son los de carácter digestivo como colitis, gastritis, reflujo, estreñimiento, diarrea, distención abdominal, y muy constantemente dolores de cabeza intensos o migraña.
Otros más visibles están relacionados con cambios en la coloración de la piel, manchas, vitiligo, aparición de canas, pérdida de pelo -puede ser de manera generalizada o algunas partes o áreas muy localizadas en zonas de circulares-, así como problemas de memoria.
DEBEMOS TRATARLO
La detección ya es en niveles avanzados, por lo que al llegar a recibir atención médica el paciente lleva bajo fuertes niveles de estrés y con enfermedades colaterales de consideración que deben ser tratados de forma colegiada.
“El tratamiento siempre debe ser multiintegral en donde debemos involucrar la parte psicológica, la parte conductual y la parte médica, en este caso cuando hablamos de tratamiento médico tiene que ver con los psicofármacos”, señaló el director del Hospital Psiquiátrico de Tampico.
Dentro del manejo conductual está también el llevar unas técnicas de relajación, de meditación, hacer alguna actividad física o deportiva, el yoga, la lectura, sobre todo lecturas que tengan líneas de positivismo, de dinamismo, la persona pueda sentirse bien en lo que está leyendo.
NO LLEVAR LOS PROBLEMAS A CASA
El estrés no se limita a las horas de trabajo, ya que la gran mayoría de las personas que tienen grandes cargas de responsabilidades se llevan las presiones para continuarlas en casa, provocando incluso problemas y conflictos familiares.
“Aprender a separar todas las funciones o responsabilidades en relación al lugar a circunstancias, por ejemplo, si estamos en el trabajo, atender todas las responsabilidades del trabajo, pero una vez que salimos del trabajo quitarnos ese traje y ponernos el que sigue”, dijo el especialista a El Sol de Tampico.
Continuó que “debemos disfrutar la convivencia, la interacción, no traer los problemas del trabajo a la casa porque eso hace que se contamine este ambiente y de rato el estrés se está disparando no solo en nosotros, sino también con las personas con las cuales convivimos de manera cotidiana”, recomiendó.
Los compromisos y responsabilidades laborales siempre permanecerán, pero sin duda mantener el equilibrio emocional y el control del estrés permitirá disfrutar mucho más tiempo los frutos de este, de nuestro entorno y la familia.
Cuando sintamos que el estrés nos supera, detengámonos un momento, respiremos de manera profunda y hagamos que las preocupaciones no repercutan en nuestra salud, el control de nuestra mente depende de nosotros.