La alerta que se tiene por el desgaste natural que protege el agua dulce de la salada en el sistema lagunario del Tamesí debe hacer pensar ya en alternativas definitivas para evitar situaciones de riesgos a la salud y desabasto del vital líquido como la integración de una planta desaladora, para extraer agua de diversas zonas antes que la situación sea más grave.
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Mario Alberto Reséndiz Narváez, ambientalista e ingeniero en Geociencias, especialidad aguas, señaló que dentro de los recorridos que efectuaron para ver la magnitud del problema se encontraron que la Laguna del Champayán, en los límites de Tampico y Altamira, tiene ya escasos 50 centímetros de espejo de agua, lo que está forzando a extraer agua salada.
“Tenemos un acuífero libre y este acuífero como estamos en zona de costa hay una barrera entre lo que es el agua de mar y el agua dulce, de manera subterránea derivado de la substracción del líquido de las lagunas se está rebasando esta barrera y el agua salobre se introduce al sistema lagunario”, explicó.
Por separado, el biólogo Sergio García Sandoval, integrante del Consejo Ciudadano del Agua del Estuario del Río Pánuco expuso que Tamaulipas tiene 42 municipios afectados por la sequía, que representa un 97.7 % de municipios con sequía en categorías moderada y excepcional y la Cuenca Guayalejo- Tamesí está en crisis al tener solo 44 % de su capacidad.
“El Sistema Lagunario Chairel ha sido dragado para hacer rellenos ilegales, perdió su sustrato, con estas acciones y la construcción del obras, por lo que sus acuíferos fueron destruidos, posiblemente le esté entrando agua de mar ahora que está con muy bajo nivel y los riesgos a la salud son muy latentes”, expresó.
Añade que una planta desaladora puede llegar a costar aproximadamente 2 mil millones ponerla en operación, por lo que es necesario que la iniciativa privada y el gobierno hagan un esfiuerzo conjunto para evitar que cada año se tengan los riesgos de desabasto de agua.