Yocelin Martínez Escamilla apenas ronda los 17 años, no ha dejado su cuerpo y cara de niña, pero ya lleva en sus brazos a Michele de 18 meses de edad.
No es fácil ser madre y menos para una adolescente obligada a trabajar horas en el despicadero de camarón de la colonia Morelos.
Cambio sus sueños de niña, por los de su hija y desea que ella sea amada, estudie y se convierta en una mujer "de bien".
Dejo sus juguetes y muñecas por su bebé de carne y hueso, apenas terminó educación primaria y aunque es soltera y solo cuenta con el respaldo de su mamá y su tía, asegura que ser madre es una dicha y agradece el tener a su pequeña saludable.
En la planta despicadora de la Calzada Blanca, que congrega a decenas de mujeres trabajadoras, le permiten llevarla, mientras labora jornada de algunas horas para ganar 80 o 100 pesos diarios, lo que solo le alcanza para comprar leche y pañales.
A su corta edad, la vida no le ha sido sencilla, proviene de una familia muy pobre y desintegrada, pero habla orgullosa de la decisión de asumir su maternidad y considera que a pesar de las vicisitudes si tiene mucho que fiesta en este Día de las Madres.
Se trata de una súper mamá, deseosa de un futuro distinto para Mía Michelle. Enfrenta muchas carencias y sinsabores, pero habla convencida que quiere lo mejor para su pequeña y en esta celebración agradece tener su tesoro y un ángel caído del cielo.